KINGDOM TVXQ!

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Arualthings

Blogger - Cap. 20

ESE PRIMER AMOR, ÚNICO, IRREMPLAZABLE, IRREPETIBLE.
16/05/2010




Curar un corazón, aún más un alma es algo que cuesta tiempo y experiencia.   

Las heridas en el alma, son como las cicatrices profundas, no pueden ser borradas, permanecerán ahí siempre. No se trata de olvidar, sino de acostumbrarte a esa herida férrea en tu piel.

Vives, aprendes, lloras, amas, haces las cosas bien y te equivocas.

Y no exactamente en ese orden.

Las lágrimas y las emociones penden de un hilo tan fino, que tratar de controlarlas es inútil, por que nadie lo ha logrado ni lo lograra. La diferencia está en no olvidar que por encima de alguien más. Antes de amar, se debe conocer al amor, y no hay nada mejor que el amor empiece desde uno mismo.

Cada cicatriz, cada herida tiene un mensaje, una lección y un recuerdo.

La cosa es intentar hacer las cosas bien, y no caer dos veces en el mismo lugar.




Party Rock sonaba a todo lo que daba.

Yunho temía a veces que los vecinos del edificio se quejaran y la fiesta se fuera al demonio. Era un misterio todavía para él, como habían terminado haciendo la fiesta post graduación en su casa, cuando los mencionados eran las casas de Yoochun y Siwon.

Supuso que al vivir solo, su casa era el blanco perfecto.

—¡Party Rock is in the house tonight…!~

Yoochun, parado sobre una de las mesas, con botella en mano incitaba al resto de los muchachos en su mayoría a graduados, a que continuaran con el escándalo, bailando, coreando la canción. Enloqueciendo el lugar por completo.

Internamente Yunho agradecía haber dejado a Lion lejos de toda esa locura en la casa de Jaejoong.

Cuando todos comenzaron a saltar y prácticamente mover la cabeza únicamente, supuso que en realidad habían comprado demasiado alcohol. En especial por Yoochun que en una parte de la canción había empezado a mover sus pies llamativamente.

Bueno, pensaba Yunho, peor es que estuviera en una esquina deprimido o llorando.

Si, definitivamente Yunho prefería a un Yoochun borracho feliz y rey de la fiesta que a uno en medio de lamentos.

—¡Los voy a extrañar a todos aunque no recuerde ni la mitad de los nombres de los que están aquí presentes!

Los gritos casi ensordecieron a Yunho quien se abrió paso entre la gente en cuanto vio a Yoochun con la intención de bajar de la mesa. Yunho no estaba seguro de si toda esa gente que había vitoreado a Yoochun si quiera habían entendido lo que él había dicho.

Lo importante es que Yunho llegó en el momento exacto para agarrar por la cintura a Yoochun, para que no cayera, y por supuesto Park se agarró de su cuerpo, con una gran sonrisa en el rostro. Con el resto de compañeros palmeando a Yoochun en la espalda en señal de felicitaciones.

—¡Yunho esta fiesta es increíble!
—Si, Yoochun… Vamos a que te sientes un momento.
—¡No quiero! ¡Yo quiero seguir bailando!

Pronto, Yoochun se separó de los brazos de Yunho, y estiró sus brazos, con una gran sonrisa en los labios.

—¡¿Quién quiere bailar conmigo?!

De inmediato Yoochun estuvo rodeado de demasiadas chicas, Yunho suspiró. Pasando una mano por su rostro y decidiendo dejar que su hermano se divirtiera a su gusto por esa noche. Por supuesto sin quitarle la vista de encima, solo por si acaso.

—Tranquilo, Yunho. Extrañaba a ese Yoochun eufórico. ¡Auch!

Heechul se agarró a Siwon, mientras caminaban, soltando una risita debido a la torpeza y el estupendo ánimo que el licor en la sangre le proporcionaban.

—Teníamos que hablarte sobre algo, ¿dónde está Jaejoong?

Justo en ese momento, Yunho elevó la mirada, viendo como Jaejoong se abría paso entre la gente que había en la cocina, para poder llegar hasta ellos. Siwon sonrió, cuando Jaejoong medio empujó a un tipo que casi se le había echado encima, pero Yunho solo había arrugado el entrecejo.

—Dios… ¿la gente siempre es tan insoportable cuando está ebria?— Jaejoong miró directamente a Yunho, y cuando vio a los otros dos, sonrió apenado. –Sin ofender.
—Tranquilo Jaejoong, tú borracho eres solo un poco acosador.

Heechul rió un poco estridentemente, y Siwon lo agarró por la cintura de nuevo cuando estuvo a punto de caer. Heechul entonces se enderezó, recordando algo y sacando dos boletos de la chaqueta de Siwon.

—Cuando participamos en el concurso con Yoochun y él gano, hace un tiempo nos dieron dos boletos de avión a cada uno. Obviamente Yoochun tiene los suyos, yo viajaré con el extra de Siwon. Y nos sobran dos, que vendrían a ser los míos. Queremos regalárselos.

Jaejoong miró sorprendido los dos boletos que Heechul le extendía, compartió una breve mirada con Yunho y él solo levantó un poco los hombros.

—¿Están seguros?
—¡Por supuesto! ¿Qué vamos a hacer con esos dos boletos si yo viajo con Siwon?

Al notar la indecisión en Kim, Heechul hábilmente tomó la mano de Jaejoong y la estiró para poder depositar los boletos en sus manos.

—Disfruten de sus últimos días de adolescentes despreocupados.

Heechul sonrió, tomando de la mano a Siwon con fuerza, antes de empezar a girar. Cuando Yunho se acercó un poco más a Jaejoong para poder ver aquellos pasajes, Siwon giró un poco, con la mano en alto.

—¡Genial fiesta, Yunho!

Él asintió, notando recién que aquellos dos ya pensaban irse de la fiesta, tomados de la mano, con tanta tranquilidad como el licor se los permitía. Yunho por alguna razón sintió melancolía al verlos partir.

No había desarrollado una amistad lo suficientemente profunda como para decir que los extrañaría irremediablemente como lo haría con Minho o incluso con el mismo Junsu. Pero habían formado parte de lo más grande de su adolescencia.

Y saber que pronto todos se alejarían, era como una ramificación del dolor previsto con anterioridad.

—Es en dos semanas…

Las palabras de Jaejoong sonaron algo difuminadas, tal vez por el volumen de la música. Pero aún así, él lucía tan embelesado con aquello, que Yunho recién se percató que sería quizá la primera vez que Jaejoong saldría de Seúl.

—¿Nunca has ido a Jeju?
—…No.

Jaejoong movió un poco su cabeza, y Yunho por instinto agarró su rostro y besó su frente, con un suspiro en los labios.

—Pues estas serán nuestras pequeñas vacaciones.

Cuando Jaejoong acentuó su sonrisa, Yunho supo que tal vez aquello, sería lo que más extrañaría en él.




La espalda de Minho golpeó con fuerza contra la puerta.

Un gemido salió de sus labios, uno que se coló dentro de la boca de Changmin, que lo hizo retroceder un poco y unir su frente a la del menor, con el cuerpo pegado al de Minho, entre toda la locura que era aquella fiesta.

Cuando Changmin medio pudo abrir los ojos, una sonrisa pretenciosa se posaba en los labios de Minho, una traviesa que Changmin descubrió el por qué, cuando lo vio travesear con su mano, hacia el picaporte de la puerta a su espalda.

La habitación a oscuras lo recibió y Changmin inmediatamente cerró la puerta, apenas ambos estuvieron dentro. Volvió a atacar la boca de Minho con avidez. Con el ruido de la música sin entrar con demasiada intensidad.

Minho caminaba a espaldas, hábilmente sacándose los zapatos en el proceso. Y el pecho de Changmin empezó a sentir el pulso acelerado de su corazón agitándose a más no poder. Sus manos por instinto viajaron a su propia chaqueta, quitándola de su cuerpo y quedándose apenas con aquella camisa blanca de algodón que se pegaba a su cuerpo.

Sintió la mirad de Minho, nerviosa e insegura. Lo observaba mordiendo sus labios, como si de pronto no hubiera esperado que él empezara a desvestirse también.

—Minho, ¿estás bi…?
—Te amo.

La sinceridad de Choi lo tomó por sorpresa, sus ojos fijos en los suyos, ese pecho que subía y bajaba, debido a la falta de aire que sus besos le habían provocado y tal vez al nerviosismo en sus venas que le provocaba olvidar como se respiraba.

Autómata, Changmin recorrió los últimos pasos que le faltaban para llegar una vez más hasta Minho, sus manos tocaron sus mejillas, cálidas y blandas, acariciando incluso un poco de su cabello. Cerca de esos labios rojos e hinchados.

—Minho eres como fuegos artificiales para mí.
—¿Y eso que quiere dec…?

Las palabras de Minho fueron detenidas por su beso, profundo y repleto de pasión. A Changmin en ese momento no le importaba ni el pasado que los llevó hasta ahí, ni el futuro que ahora se veía tan lejano.

Le importaban esos besos, sus manos nerviosas que ahora apretaban a Minho contra la espalda y su cuerpo, que los pegaban en un sonido mudo de sus respiraciones inestables y que acaloraba todo su ser.

No podía, los nervios de la primera vez bullía a cada momento y más que preocupado estaba con nervios recorriéndolo, con el amor fluyendo y el pensamiento claro de permitirse hacerlo ahora que estaba enamorado, ahora que lo amaban. Por que el después no importaba.

—¿Fuegos artificiales? ¿Qué significa eso?

Sin mucho aire en sus pulmones, Minho sonrió, separándose de los labios de Changmin y mirándolo directamente. Fue entonces, cuando Changmin cerró los ojos y suspiró. Con su rostro cercano al de Minho. Susurrando su más grande secreto. Aquel que parecía inconfesable.

—Cuando te vi, fue como fuegos artificiales, no podía dejar de verte por más que quería. Eres embelesador, eres infaltable. Y cubriste de luz todos los colores que le hacían falta a mi vida monótona y gris.

Minho sonrió, incluso aunque no quiso sonreír tan abiertamente, ni mostrarse tan afectado por lo que había escuchado, por eso golpeó suavemente el brazo de Changmin y exhaló con fuerza.

—Y yo que creí que me había pasado de cursi con el ‘Te amo’
—Créeme, no volverás a escucharlo en mucho tiempo, no soy así de cursi casi nunca.

—¿Solo internamente?
—Solo por ti.

Changmin volvió a los labios de Minho, y en esta ocasión, los dedos fríos de Minho tocaron la piel de Changmin, cerca del borde del pantalón, empezando a levantar la camisa blanca, dejando descubierto el torso del mayor.

El poco aire que entraba por la ventana de la habitación, hizo que Changmin reaccionara, en especial cuando Minho se alejó un poco, para poder quedar en igual condiciones que él, con su camisa en el piso, a varios metros de la cama que ahora estaba muy cerca de ellos.

—¿Estas seguro de esto Minho?
—Acabo de decir que te amo, ¿todavía lo dudas?

Fue un pequeño hueco en el estómago, previsor de su propio nerviosismo cuando volvió a acercarse, y sus manos entraron en contacto con la piel de Minho, cayendo ambos sobre el colchón mullido junto a ellos.

Sus respiraciones que se entremezclaban, y el contacto de pieles, sintiéndose por primera vez como algo tan ajeno. Como algo incómodo. Por que era extraño, por que era la primera vez que se encontraban así.

Changmin recorrió de besos el cuello de Minho y él cerró los ojos, empezando a sentir como las manos de Changmin desabotonaban su pantalón, escuchando algo lejano el sonido de la hebilla. Cerró los ojos y pensó.

Que empezaba a entender la analogía de Changmin.

Él era como fuegos artificiales para Changmin.

Pues, Changmin era como ese cielo nocturno sin el cual, los fuegos artificiales no pueden brillar. Y prenderse en ese asombro, quería perderse por esa noche en la conjunción de sus vidas siendo una, por primera vez.



Cerca de las cuatro de la mañana y algo más.

Yunho despidió a la última persona de su departamento.

Miró desde la perspectiva inicial, su departamento hecho un desastre, basura por todas partes, botellas por doquier. Y Yoochun dormido boca abajo en el sillón grande. Cuando menos se había divertido y bailado hasta más no poder.

Jaejoong salió se servía un poco de agua en la cocina, cuando Yunho entró, con el rostro un poco resignado. Y por supuesto buscando varias fundas para basura.

—Por cierto Yunho, ¿sabes a quien no vi como desde la una de la madrugada?
—¿A quién?
—A Changmin y Minho.

Yunho sonrió, levemente, aumentando la curiosidad en Jaejoong, mientras él continuaba buscando las dichosas fundas.

—Esos dos se encerraron en el cuarto de huéspedes hace mucho Jaejoong, y casi estoy seguro que ni han salido.

El rostro de Jaejoong fue expresivo, abrió muchos sus ojos e incluso la boca para decir algo que aparentemente, después decidió omitir. Rodando los ojos y terminando de beber el agua en sus manos.

—¿Por qué no bebiste durante la fiesta, Jae?
—Tú tampoco lo hiciste.

—Es mi casa la que usaron de trinchera de guerra al parecer. Tenía que ver que al menos no rompieran algo.
—Pues yo vivo a un lado, no querrás que mis hermanas o mi madre me vean en el estado que quedé durante la fiesta de Siwon.

Yunho soltó una pequeña risa. Encontrado en el fondo de la alacena el dichoso paquete de fundas.

—¡Al fin!

Levantó en alto las fundas y Jaejoong elevó una ceja.

—¿Piensas limpiar ahora?
—Pues mañana cuando amanezca no querré.

Jaejoong sonrió, dejando el vaso sobre el mesón y acercándose un poco a Yunho, sacándose la camisa que llevaba puesta sin el menor reparo. Despeinándose un poco más en el proceso.

—¿Estas seguro de que quieres limpiar justo ahora?

Yunho sonrió, soltando la funda en sus manos y besando los labios de Jaejoong casi de inmediato. Envolviéndose por el aroma de Jaejoong que extrañamente no profesaba ni licor ni cigarrillo.

De esos labios que buscaron un contacto profundo, de esas manos de Jaejoong que jugaban con su cabello y lo hundían un poco más en él. De lo bien que se sentía la piel de él entre sus manos.

—No, espera, aquí no. En mi habitación.

Jaejoong solo asintió. Dejándose guiar por Yunho hacía la habitación en el fondo del pasillo. Sin despegar sus labios de él. Aprovechando el tiempo que la repentina fiesta les había quitado.




Los Ángeles, Estados Unidos.


La pelirroja mujer llevó uno de los mechones de su cabello tras su oreja.

Leyendo atentamente sus anotaciones, con los lentes asentados un poco sobre el puente de la nariz, y con el suave y refrescante aire acondicionado que los rodeaba, dentro de su oficina. Sentada frente a los hermanos Kim.

—Bien, Junho, ¿cómo te ha sentado ese cambio brusco de Corea a Estados Unidos?

Junho rascó un poco su mejilla y suspiró.

—La verdad ha sido difícil, dejar a mis amigos y la vida acá es completamente diferente.
—¿Diferente cómo?

—Bueno, la gente acá se preocupa mucho por la vida sociable. Le gusta salir a divertirse y pues yo estaba un poco más acostumbrado a dedicarme solo a los estudios. A esforzarme al máximo.

La mujer sonrió, compresivamente. Mirando en esta ocasión a Junsu.

—¿Y tú, Junsu?

—Pues la verdad no he salido mucho, solo a hacer un poco de turismo. Y ordenar las cosas en el departamento ha ocupado la mayor parte de mi tiempo, supongo que tendré estos años para hacerme a la idea de lo que vivir en Estados Unidos significa.

Reggina miró fijamente al menor de los hermanos, Junsu era el más complicado, tenían ya algunas semanas desde que las citas habían empezado. Y todo era un poco más fácil, por que Junsu estaba poniendo de su parte, y ella podía notarlo en esa mirada desprovista de dobles intenciones.

—¿Y su relación como está?
—Está, que es lo importante.

Junsu miró a Junho, con un poco de añoranza, como pidiendo perdón por lo ocurrido desde hace tiempo, pero él solo le contesto con una sonrisa un poco más amplia que la que él tenía, y depositando una de sus manos sobre las de él.

—Supongo que resarcir todos esos años será difícil, muchachos. Pero están aquí, y ese, créanme es el paso más difícil de todos.

Junho regresó su propia mano, esta vez sobre su rodilla, escuchando como la mujer empezaba a hablarles sobre lo importante que es hablar, aunque sonara a cuento viejo, aunque sonara a cursilería o algo muy cliché.

Hablar puede salvar relaciones, familiares, de amistades, de amor. Hablar aunque duele, aunque hieras, puedes sacar a un alma de su dolor con un par de palabras. Y Junho sabía que luego de su etapa de “Es más fácil no darse cuenta de las preferencias cuando son a tu favor”

Había entendido más cosas de las necesarias, como que no era tan culpa suya, ni de Junsu. Aunque tuvieran sus niveles de implicación. Era esa competencia desmedida de los padres, es la idea inequívoca de creer que superando a otra persona es mejor.

Olvidando que cada vida es distinta.

Que las personas a superar son metas, más no copias de a imitar.

Junho miró a Junsu que escuchaba a la mujer con atención, sonriendo de vez en cuando y él suspiró. Internándose en la conversación una vez más. Junho descubrió entonces que la envidia nacía de ese sentimiento impotente de las personas por querer algo que se ven incapaces de lograr.

Envidia, eso es lo que había cubierto a Junsu por tantos años.

Haciéndolo olvidar de su propia vida, de sus propias metas. De lo que le gustaba hacer y con lo que era feliz. Junsu estaba reconstruyendo en su vida. Estaba recogiendo las piezas de su ser que se quedaron en el camino hacía sus metas perfeccionistas.

Junsu estaba renaciendo, y Junho se sentía feliz por ser parte de eso.




Seúl, Corea.


Kyona y Joonhan miraron un poco sorprendidos, como Yoochun frente a ellos lucía tranquilo. Pidiéndoles hablar sobre algo importante. Kyona tomó la mano de su esposo, y Yunho parado junto a Yoochun sonrió.

—No es algo grave, tranquilícense. Ya deja de preocuparlos, Yoochun y diles de una vez.

Yoochun sonrió divertido.

—Pero si el momento de tensión es lo más emocionante.— Yunho lo codeó un poco, así que Yoochun sacó de su maleta un par de boletos de avión. –Estos pasajes los gané en un concurso del instituto para la feria, hace unas semanas. Han pasado por mucho, yo no tengo a quien invitar así que pensé que para reconciliación, ¡que mejor que un viaje!

Kyona arrugó un poco el entrecejo, tomando los boletos y sonriendo en cuanto vio que eran de verdad, y no una mala broma de su hijo.

—¿Es en serio? ¿Tú, Park Yoochun no tienes a quien invitar?

Joonhan elevó una ceja, y Yoochun sonrió, rodando los ojos y moviendo un poco el pie.

—No estoy en una relación, y ya he madurado. Soy un muchacho responsable no voy a invitar a cualquiera que se me pase por enfrente solo para no estar solo. Prefiero que ustedes aprovechen el viaje. Además ya me conozco todo Corea de memoria.

Kyona volvió a sonreír.

—¿Y por qué no invitas a tú hermano? Estoy segura que Yunho querría ir.
—¿Yunho? ¡Ja! Este ya está armando maletas para irse con Jaejoong los dos solos. Y eso que falta como dos semanas para eso.

Yunho lo codeó con fuerza esta vez y Yoochun se quejó, arrugando un poco la nariz. Y Joonhan de inmediato se cruzó de brazos.

—Ah… con que el señor Jung se nos va de viaje. ¿Tú sabías algo Kyona?
—No, yo ni enterada, a lo mejor Yoochun nos está hablando de otro Yunho que ni tú ni yo conocemos.

Yunho sonrió tontamente, rascando un poco su nuca.

—Iba a decírselos, luego de que Yoochun les diera los pasajes.
—Ah, solo a decirnos. ¿Ya no preguntas por permiso jovencito?

Y las palabras de Kyona repletas de sarcasmo llevaron a una bifurcación a Yunho, hace tanto que no vivía bajo la casa de sus padres que era extraño, y no quería usar la excusa de que ya iba a ir a la Universidad y por lo tanto era casi un adulto.

—En serio… iba a decírselos. Solo que YOOCHUN, como siempre abrió la boca antes de tiempo.

Las palabras marcadas con mala intención y la mirada asesina de Yunho, provocaron que Yoochun rompiera en risas. Mientras sus padres lo interrogaban respecto al viaje. Con sonrisas y abrazos de por medio.

Con la tensión disminuyendo con el pasar de los días, luego de haber vivido tantos meses fuera de casa. Luego de la aceptación y los problemas que aquello había repercutido. Ahora, Yunho se sentía otra vez en casa.




Dos semanas después.


Siwon esa tarde de finales de mayo no llevaba una maleta demasiado grande.

Llevaba tan solo una, mediana, con las cosas necesarias para su corta estadía fuera de Corea antes de su viaje definitivo a Japón. Heechul a su lado revisaba un par de cosas en su celular, seguramente hablando con su madre, confirmándole que todo estaba bien.

Y sonrió.

Por que al final de su largo camino, Heechul había decidido quedarse a su lado. Y ese nuevo futuro que se estaban armando, pintaba un poco mejor. Aunque no siempre aligeraba la carga que llevaban.

—Oh, llegaron antes.

Jaejoong apareció tranquilo, junto a Yunho en el aeropuerto, a Siwon ni siquiera le sorprendió que sus horarios coincidieran.

—Supongo que iremos en el mismo vuelo.

Heechul negó tranquilo, con una suave sonrisa en los labios.

—No, nosotros viajaremos a las Vegas, cambiamos los pasajes hace unos día.
—¿Eh? ¿Y por qué?
—Ya saben, un poco de intimidad.

Yunho por un momento pensó que por un poco de intimidad no era necesario irse tan lejos, si lo que querían era un viaje solo para los dos. Sin embargo Jaejoong pareció no encontrar tan extraña la contestación y sonrió.

—Bueno, con tal que no se vayan a estar casando y todo eso.

Siwon levantó los hombros y Heechul lo miró un rato, antes de sonreír y bajar la cabeza, levantándose de su lugar casi en el mismo momento en que su vuelo fue anunciado.

—Es hora de despedirnos, nos vemos en una semana.

Heechul abrazó con fuerza tanto a Yunho como a Jaejoong. Las pequeñas despedidas con Yoochun habían sido el día anterior, después de todo solo sería una semana. Unas pequeñas vacaciones antes del verdadero adiós.

Jaejoong sintió en el momento en que se despidió de Siwon y cuando los vio partir, ambos con una maleta a un lado, compartiendo breves miradas y sonrisas mientras se iban, que había un algo que a él se le estaba escapando.

Su mente procesaba diferentes probabilidades y aún así no podía sentarse en ninguna.

—¿Listo?

Yunho de pronto estiró su mano, hacía él, con esa sonrisa que antes no aparecía tan a menudo en su rostro.

—Listo.

Confirmando sus palabras Jaejoong tomó la mano de Yunho, con fuerza, directo a la zona de embarque, con la pequeña maleta arrastrándose por el piso, guiado por su otra mano, en medio de aquellos pasillos, que en unas semanas más, él ya no podría recorrer de la mano de Jung.




Park Yoochun había dedicado sus vacaciones a dejarse llevar por la inspiración, con el piano a su alcance, con aquellas partituras que nunca completó, con aquel lápiz como compañero fiel de sus invenciones, plasmando sus más intrépidas combinaciones.

Y su vida se había vuelto solamente un poco más tranquila, suave y relajada. Como aquellos días que tantas veces le hicieron falta. Como esas mañanas en que abrir los ojos no fue pesado.

No se trataba de alejarse de los demás, se trataba de tomarse unos días para recordar quien era, lo que le gustaba hacer, y concentrarse en ello. Enfocarse en ese futuro señalado en los pasajes de avión que ya reposaban sobre su escritorio y que dirigían su futuro.

Junsu ya no rondaba tanto en su cabeza como antes, no con tanta intensidad, no estaba tan anclado en su corazón como antes.

¿Le estaría pasando lo mismo a Junsu con él?

Tampoco podría ser hipócrita y decir que ya no sentía nada por él, que lo había olvidado e incluso que ya no lo amaba. Yoochun incluso dudaba que algún día dejara de sentir algo por él. Hay personas que sencillamente no se olvidan, aunque las bloqueemos en nuestro interior.

Obligarse a olvidar, es permanecer expuestos a su imagen. Así que Yoochun optó por guardarlo en un lado de su alma, almacenado como en los áticos, cuando las personas deciden guardar algo valioso que no se atreven a desechar.

Así estaba Junsu en su mente, cuerpo y alma. Guardado en una pequeña caja, como un valioso recuerdo, uno que formó parte de su vida. Y ahora es tiempo de dejar atrás.

Los primeros amores no son los únicos, no son eternos. Pero son los primeros, y aunque eso solo es un número o un lugar. Son el comienzo, son esa vez que tu corazón se aceleró, es la primera mirada perdida, son los suspiros, son incluso las lágrimas.

El primer amor, es vivir un sinfín de cosas, que antes desconocías y hoy te hacen falta.

El amor madura, cambia y se vuelve exigente, por que desean a toda costa revivir todas esas emociones que se palparon, pero aquello es como intentar recuperar la emoción que se vivió cuando apenas aprendías a caminar.

¿Siquiera recuerdas aquello?

¿Recuerdas la primera vez que te emocionaste tanto que casi lloras?

Eso es el primer amor, y Yoochun hace mucho lo comprendió, no se viven dos cosas al mismo tiempo. Son momentos, son reacciones, son miradas que ocurren en un solo instante, que no se vuelven a repetir, son como las personas. Únicas e irrepetibles.

Entendió que no por eso, son las últimas. Pueden crearse de nuevo, enamorarse otra vez no será como la primera vez, pero será emocionante, será otra vez el corazón latiendo a mil. Será otra vez esa sensación de llenura total.

Él lo sabe, el amor no es para él. No todavía.

No importa si mañana se encuentra con Junsu y se vuelve a enamorar, no importa si se trata de otra persona. Yoochun sabe bien, que ese amor vendrá. Que su corazón estará listo otra vez, y que cuando eso suceda, los suspiros regresaran, la idiotez volverá y tal vez se equivoque, tal vez no.

Pero esas experiencias, como la de Junsu. Solo lo hacen más fuerte, invencible.

Yoochun sabe bien, que tener una pareja no es una necesidad.

Es un complemento.

Sabe también, que amar no es un status.

Es una forma de vida.

Y hace mucho entendió que no solo se puede amar a una persona, que la familia, los amigos, también son una forma de amar. Y mientras ese momento llega de nuevo a su vida, su corazón se va entrenando, recuperando lo que un día perdió. Su familia, sus amigos, su vida. El amor vitalicio e inagotable hacía uno mismo.




—¡Es tarde, es tarde!

Minho corría de un lado a otro en la habitación, guardando su ropa como podía, guardando cosas como la cámara fotográfica o el celular, tarjetas y toda cosa que le pudiera servir.

—Te dije que armaras todo con tiempo.
—Lo sé, Changmin. Pero ayer nos quedamos hablando hasta tarde y lo olvidé.

Changmin dobló un poco de la ropa que escogía a la suerte desde los cajones de Minho, ayudándolo a empacar lo más rápido que podía. Los pasajes que Minho había ganado en su competencia de hace meses, al cual iría con Yunho reposaban en el escritorio.

—No puedo creer que apenas hace dos días me dijeras lo del viaje.
—Iba a viajar con Yunho, luego tú me dijiste que necesitabas tiempo, sucedió lo de Junsu, y volvimos lo había olvidado por completo.

Minho se irguió, viendo su maleta armada, echó su cabello hacía atrás. Y una sonrisa en el rostro. Changmin negó levemente.

—Mi padre casi me cuelga cuando le dije que me iría a Osaka contigo apenas con unos días de anticipación.
—Eso no es nada, yo se lo dije hoy a los míos durante el desayuno.

Minho rió divertido, y Changmin rodó los ojos por lo descarado que se veía en estos momentos Choi, riendo sin preocupación alguna.

—Bueno, ya vamos que el vuelo sale en una hora y media.
—Si ya, déjame agarró mi pasaporte y el resto de mis documentos.

Contrariado de repente. Minho miró la foto sobre el mueble en su habitación, en aquella foto suya con Joonghyun, con Joonghyun abrazándolo por el cuello con fuerza durante un día en la playa. En medio de todo ese tiempo, había olvidado esa foto.

—¿Minho, qué pasa? Se hace tarde.

Changmin se acercó, pero pareció ni notar la foto, así que con cuidado Minho tomó el portarretrato entre sus manos y sonrió, algo nostálgico.

—Changmin, tú yo necesitamos una foto juntos.

Shim solo sonrió, revolviendo los cabellos del menor y empezando a cargar con la maleta, mientras Minho suspiraba con algo de nostalgia. Viendo la foto por última vez. Y con la firme idea de que cuando regresaran de Osaka, la próxima foto que se posaría en el centro del mueble sería una de Changmin y él.

…En una noche oscura de fuegos artificiales…




Yoochun caminó por los pasillos de su conservatorio con relativa calma.

Casi sin gente por el lugar, más que algunos profesores, o algunos de los señores de limpieza que andaban por ahí, estando en vacaciones, aquel conservatorio prácticamente carecía de la vida que usualmente lo caracterizaba.

Sus pasos resonaban un poco, con una de sus manos en los bolsillos de su pantalón, tranquilo, realizando los últimos trámites para poder sacar todos los papeles que le hacían falta para la Universidad.

A semanas de haberse graduado y siendo como es el Conservatorio, afortunadamente al ser becado directo, todos sus papeles ya estaban listos. Entró a la secretaría, y la mujer sentada tras el escritorio lo saludó con una sonrisa en los labios.

—Buenos días, ¿en qué puedo ayudarte?
—Disculpe vengo a retirar mis papeles y todo lo demás con respecto a la graduación.

—Oh, claro dame un momento. ¿Park Yoochun, cierto?
—Si, y también vengo por los de Jung Yunho, mi madre pidió que me entregaran los dos.

La mujer asintió, internándose por un momento en la oficina detrás de ella, y Yoochun miró algo curioso aquella oficina, que hoy se encontraban al parecer remodelando. El poco sol que había en la mañana le recordó que debió haber sacado las gafas del carro.

—Bien, aquí tienes. Firma por favor.

Yoochun firmó los papeles que ella le había extendido, un poco absorto aún en sus pensamientos.

—Muy bien, es una lástima que ya te hayas graduado. Eras uno de los mejores.
—Muchas gracias.

—Oh, por cierto. El muchacho con el que participaste en el concurso de canto estuvo aquí hace unos minutos, el capitán del equipo de soccer, ¿no lo viste?

Los intentos de Yoochun inmediatamente reaccionaron.

—¿Junsu estuvo aquí?

—Vino a retirar sus documentos también, salió apenas hace unos siete o diez minutos. Dijo que estaba algo apurado por que tenía que tomar un vuelo de regreso a Estados Unidos hoy mismo. Y eso que apenas ayer en la noche había arribado en Seúl.

—Gracias.

Salió de la oficina lo más rápido que pudo, mirando de un lado a otro entre los pasillos, ajeno a los arreglos que se encontraban haciendo por todo el conservatorio y que recién se percataba.

Caminó por ellos, tratando de divisar a Junsu por alguna parte, aunque parecía imposible, cuando incluso pasó por el estacionamiento y solo vio su auto, junto con algunos que pertenecían al director o a los profesores, que él ya conocía por su lugar.

Se detuvo en la mitad del estacionamiento, algo agitado por la caminata rápida que había tenido. Hasta que claro, una mano se posó en su hombro, y su corazón traicionero, latió más fuerte.

—¿A quien buscas?
—…Junho.

Sonrió suavemente en cuanto tuvo al muchacho frente a él, con su aspecto igual de refinado y pacífico. Lo abrazó con fuerza. Haciéndose a la idea de que tal vez la secretaria se había confundido al verlo. Después de todo Junsu y Junho eran gemelos. Pero decidió arriesgarse una última vez.

—¿Y Junsu?

Junho sonrió, con una mano en la cintura y un suspiro en los labios.

—¿Aún lo buscas?
—Solo quiero decirle una última cosa.

El susurro de Yoochun fue algo apagado, como haciéndose a la idea de que en verdad Junsu no estaba ahí, cuando las puertas del pequeño bar junto al estacionamiento se abrieron, Yoochun giró por instinto.

—Junho, no había soda, así que solo compré agua.

Junsu apareció, con su cabello un poco más corto desde la última vez que lo vio que sería prácticamente algo más de un mes, miraba las monedas en sus manos, sosteniendo con su otra mano el par de botellas con agua. Distraído de la presencia de Yoochun en ese momento.

Hasta que claro, levantó la mirada y esos ojos oscuros lo envolvieron.





—Creí que estarías en Estados Unidos.
—Mamá dijo que podían enviarnos los papeles por correo, pero quise venir aunque sea un par de días a Corea.

Yoochun se fijó en la expresión tranquila que ahora Junsu reflejaba en su rostro, en la sonrisa que vacilaba en su rostro, aunque era pequeña, era una sonrisa de esas que tanto le gustaron a Yoochun. Bellos recuerdos de años atrás.

Lo observó, sentado junto a él, con una pierna cruzada sobre la otra, con la espalda recta en una posición tan elegante y relajada como las que recordaba cuando lo conoció, luego Junsu solo parecía a la defensiva con él. Así que era bueno verlo tranquilo junto a él una vez más.

—¿Qué tal la graduación?
—Estuvo bien, Jaejoong dio un gran discurso. Creo que todos se emocionaron.

Yoochun sonrió, seguido por Junsu mientras bebía un poco de agua. Ambos sentados en una de las bancas en el estacionamiento, sentados bajo la sombra de un pequeño techo, mientras Junho había aprovechado para llamar a sus padres.

Era extraño estar ahí, ambos conversando civilizadamente.

Con rastros de su recuperación todavía visible a las emociones.

—Aprendí algo importante, ¿sabes?

Ese silencio, que había durado varios segundos, de pronto fue interrumpido por Junsu y su voz suave mientras miraba a la nada, concentrado en esa nostalgia que ahora lo rodeaba.

—¿Sobre qué?
—Sobre el amor y las segundas oportunidades. Amar nuevamente no es perdonar u olvidar, es descubrir por qué esa herida que todavía no ha empezado a cicatrizar aún duele tanto.

—¿Quieres decir que si duele, es amor?
—Quiero decir que el amor puede nacer de las cenizas.

Yoochun suspiró, un poco confundido, mirando el perfil de Junsu, que luego de unos segundos giró para mirarlo también. Volviendo a cruzar sus miradas como antes.

—¿Crees que pueda volver a enamorarme de ti?
—Creo que algún día podrás enamorarte de nuevo, Yoochun.

Fue una sonrisa pequeña, pero Yoochun se vio en confianza, así que con esfuerzo colocó su mano sobre la de Junsu, en un pequeño gesto más de confidencia que de unidad.

—Yo también creo en ti, Junsu. Algún día te volverás a enamorar.

Era un sabor exquisito entre los labios. Una pequeña esperanza que palpitaba entre su ser y la pequeña aura que los rodeaba. De que aunque haberse enamorado por primera vez hubiera resultado un desastre para ambos.

Estaba esa posibilidad, de un mañana.

—¿Estamos en paz entonces?
—Estamos en paz, Junsu.

Yoochun estiró su mano, y Junsu sonrió cuando vio esa mano frente a él, la apretó con fuerza y sintió un poco más de paz en su malograda vida que recién ahora empezaba a tomar forma otra vez.

—Tengo que irme, mi vuelo sale en tres horas y todavía tenemos que pasar por un par de lugares más.

Junsu se levantó, arreglando un poco su ropa. Y Yoochun lo imitó, mirándolo fijamente otra vez.

—Regresa para el fin de las vacaciones.
—¿El fin de vacaciones?

—Bueno, así le decimos nosotros por que para fines de Junio ya cada uno viajará al país respectivo que le toque.
—Ya veo…

Junsu pasó una mano por su cabello, no muy seguro de que respuesta dar en ese momento.

—Seré más específico, regresa para el treinta de Junio. Es el último día en que todos nos veremos. La mayoría viajamos el dos de Julio.
—¿Pero ese no sería no sería su último día juntos?

—La mayoría quiere pasar el último día con su pareja, así que ya te imaginaras.

Junsu asintió, con una pequeña sonrisa en los labios. Por primera vez preguntándose en mucho tiempo si Yunho y Jaejoong ya estarán juntos definitivamente, a pesar de todo, incluso de la separación.

—Ese día habrá un gran evento en la plaza central.
—Las festividades de la ciudad, tengo un mes y medio fuera de Seúl, Yoochun. Aún recuerdo nuestras festividades.

Yoochun sonrió y movió un poco la cabeza.

—Escribiré mi última canción como un adolescente para ese día, quiero que todos la cantemos, antes de separarnos.
—No sé si los demás quieran verme ahí… ya sabes.

—Junsu mis motivos fueron los mismos que los de ellos, puede que hayan muchas cosas entre nosotros, entre todos. Pero sabes bien que no solo tú has estado en un proceso de renacer. Todo estará bien.

Junsu suspiró, de pronto mirando sus pies, inseguro de que responder.

—¿Vendrás?
—No lo sé…

Yoochun supuso que al menos eso, era mejor que un no definitivo.

—Ya me tengo que ir.

Junho apareció por uno de los pasillos, colocando una mano sobre el hombro de Junsu y sonriéndole a Yoochun.

—Fue bueno verte de nuevo, Yoochun.

Apretó la mano de Junho, una última vez y asintió. Cruzando una última mirada con Junsu.

—Adiós Yoochun.
—Hasta pronto, Junsu.

Y su esperanza implícita por que regresara quedó en evidencia. Junsu sonrió un poco más. Yoochun lo vio alejarse una vez más, esta vez conversando con su hermano, tranquilo, con un paso lento y aunque Junsu no regresó a mirarlo otra vez.

Yoochun quiso creer que lo vería una última vez en un par de semanas.





Publicado por: Nesly
Estado: Quiet.
Escuchando: Fix you.

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