KINGDOM TVXQ!

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Arualthings

Odio - Cap. 8

¿Y si te vas…?
Yunho no había tenido la oportunidad, sus pasos eran lentos por el lugar, sus ojos fingían no estar curiosos, pero había gente de un lado para otro, otros con tantos papeles entre las manos que se asemejaban al ajetreo de la oficina.

Pero entonces pasaban las personas en paralelo, con ropas entre los brazos, pequeñas cajas repletas de maquillaje y las cámaras andaban de aquí para allá, era un lugar ajeno a su quietud, pero Junsu se movía con habilidad, preguntaba sin problemas y piso tras piso parecían cada vez más cerca de su objetivo.

—Es bueno llevar buenas noticias— Comentó de repente Kim, y Yunho se vio obligado a prestarle atención, dentro del ascensor solo estaban los dos, por lo que Jung asintió, con una pequeña expresión de resignación que hizo al otro sonreír –Últimamente no estás durmiendo bien, hyung.

No podía llegar a entender los límites de Junsu, su sonrisa extraña que parecía descubrirlo todo frente a él y la manera en que ahora miraba las puertas cerradas del ascensor.

—¿Lo dices por las ojeras?
—Lo digo por tu actitud, luces cansado, ido. ¿O más bien atormentado?

Yunho entonces se removió en su lugar, no había música molesta dentro del lugar, pero el aire le estaba faltando, Junsu podía leerlo con tanta facilidad que temió por sus secretos más íntimos juntos a él.

—¿Qué pasa Yunho hyung?

Esos ojos lo atravesaron y él suspiró.

—Solo sigo dudando sobre Namin.
—¿Lo de la boda o su relación?
—Nunca he dudado sobre nuestra relación.

Parecía seguro de sus palabras, incluso estas salieron autómatas de su boca, como una lección bien aprendida y Junsu amplió su sonrisa un poco más.

—Es tu novia de secundaria, seguramente un gran amor, pero es el único amor que conoces, antes de dar el gran paso ¿no deberías pensarlo bien?
—Tuve una novia antes que ella.

—No me refiero a eso— Junsu suspiró, con la mirada cerca de sus pies –Sino al sentimiento.

Las puertas se abrieron justo ahí, cuando Yunho fijó sus ojos en él, su piel blanca y sus ojos que se volvieron a alzar cuando sus pasos empezaron a andar, era como una sombra detrás de él, que se abría paso entre las personas y Yunho lo siguió, porque el hilo de sus pensamientos lo llevaba a otro lugar.

Namin era lo cercano a su primer amor. Yoona era ese amor que había dolido.
Y Jaejoong… Seguía sin tener definición en su vida.

Era cuestión de un imán que lo anclaba a el mayor, a su voz y sus ojos seguros, que a pesar de los años no habían podido cambiar. Pero aquella tarde, días atrás, cuando vio las llamadas de Jaejoong tarde en la noche, se arrepintió.

Jaejoong no llamó más.
No escribió y pareció desaparecer tan pronto como había regresado en su vida.

No supo más de su existencia y como idiota recurrió a la televisión, él que rara vez posaba su mirada en el televisor se descubrió ansioso una noche, lo contempló a lo largo de la hora en que la imagen de Kim aparecía  y reaparecía como uno de los protagonistas de la popular serie.

Jaejoong estaba ahí, disfrazado con una máscara nada particular, actuando sin lugar a dudas como se le daba tan bien que ni siquiera dudo en cada palabra que salía de su boca. Su sonrisa, su presencia y Yunho se sintió prisionero otra vez.

¿Cuántos años tenía que lo volvía a ver con esos ojos que querían acapararlo todo por igual?
¿Cuántos años tenía que no había aprendido la lección?

—Llegamos.

Junsu lo puso en alerta y sus ojos se alzaron dispuestos a ser maravillados, el set de grabación era inmenso, simulaba un salón de recepciones en algún hotel costoso y presuntuoso, pero dentro del alboroto que había, las cámaras se movían y enfocaban al gran número de actores mientras el directo vigilaba cada movimiento.

Se escurrió junto a Junsu con cuidado, por los laterales hasta el lugar donde estaba el manager,  observando directamente la filmación, pero los ojos de Yunho lo capturaron de inmediato, Yoochun parecía estar entre el público, Jaejoong en cambio sobre la pequeña tarima junto a la banda refinada y detrás del micrófono.

Su cabello lacio caía por las mejillas y su ropa sofisticada lo hacía destacarse. Jaejoong estaba con sus manos sobre el micrófono, apoyado y moviendo sus labios, al compás de la música que hacía eco en el lugar, esos ojos que brillaban y resplandecían como pocos.

—¿Entonces todo se ha solucionado?

—El fiscal ante las pruebas que remitimos creyó innecesario un juicio, no hay nada que valga la pena ser alargado ante las pruebas de que nada ocurrió por culpa de ellos, a menos de que quieran apelar en base a injurias.

—No, es mejor así.

Terminó por alejar su mirada de él, porque sentía el vaivén de sus emociones contradictorias otra vez. Se acercó de modo que internarse en la conversación fuera fácil. De modo que darle la espalda a él y su mundo, fuera su obligación pendiente.




—¿Entonces acabó todo?

Yoochun miró los papeles con parsimonia, su rostro serio mientras Jaejoong de piernas cruzadas, permanecía sentado unos pasos más atrás. Las cosas empezaban a ser levantadas de poco y Yunho evitaba que sus miradas se cruzaran bajo cualquier circunstancia.

—Así es, el hombre no tiene más razones por las que seguir intentando algo.
—Es una buena noticia— Habló Jaejoong de repente –Al menos toda esta locura se acabó.

Junsu asintió tranquilo y el manager en verdad parecía complacido, tanto que cuando propuso un almuerzo para salir a celebrar, Yunho intentó hallar la excusa perfecta que lo sacara de ahí, porque si no huía a tiempo, no habría vuelta atrás.

Tan poca fuerza de voluntad…

—Pues yo no tengo problema— De pronto la voz de Junsu se alzó y Yunho volvió a concentrarse en la conversación mientras los demás lo miraban esperando —¿Tú que dices hyung?

—Bueno…— El celular en su bolsillo sonó inoportuno, sus ojos se entrecerraron un poco antes de pedir permiso y alejarse de ahí, con su atención total en la llamada repentina de su jefe a esas horas.

—Supongo que podemos tomar eso como un sí.

Yoochun bromeó discreto, tomando sus pocas cosas antes de empezar a salir mientras veía a Jung de espaldas concentrado en su conversación. Junsu sin embargo solo se quedó dispuesto a esperar, pero la mano de Jaejoong sobre sus hombros lo hizo desistir.

—Yo lo espero— Le sonrió el mayor –Tengo que recoger un par de cosas y de ahí los alcanzo. Ve con Yoochun y el manager.
—De acuerdo.

Junsu accedió, porque sus ojos no miraron mala intención en esos ojos amables de Kim, en su tono suave y amigable. Sus pies lo alejaron y Jaejoong se quedó ahí, apoyado contra la pared del discreto camerino en el que se habían encerrado anteriormente los cinco y se cruzó de brazos dispuesto a esperar.

—De acuerdo, entonces le reenviaré el correo en la noche— Pero Yunho demoró más de lo esperado y paciencia volvió a desesperar –Hasta luego.

Cuando esos ojos de Yunho lo encontraron, su expresión valió la pena, entre sorprendido y serio por aquella soledad en la que ambos parecían estar. Sonrió porque aún no lograba convencerse de dejar las cosas morir ahí.

Porque seguía siendo terco todavía.

—¿Y los demás?
—Se adelantaron— No se movió, porque conocía bien a Jung –No fuiste, al aeropuerto aunque te lo pedí.

—No lo pediste— Le corrigió de pronto –Tú nunca pides Jaejoong, siempre exiges y yo no tengo porque estar siempre a disposición de tus requerimientos.

Calló porque no sabía cómo determinarlo desde ahí. Esos ojos de Yunho que no parecían amenazantes ni molestos, solo permanecía frente a él, acostumbrado a esos movimientos tan suyos.

—Puse de mi parte— Susurró –Porque hay algo entre tú y yo que quedó pendiente.
—Nada quedó pendiente.

Era brusco, como en antaño. Anclado a esos pensamientos convencionales que hacían a Jaejoong rabiar de indignación.

—¿En serio crees eso Yunho?
—El pasado ya no importa y ahora si me dejas ir…

—Cierra la maldita boca— Jaejoong frunció el ceño por primera vez, lejos de esa expresión tan suya, tan hermosa y relajada —¿No lo crees? ¿En serio nunca te has detenido pensar en que hubiera pasado si Yoona no hubiera llegado?

—Pero llegó— Le reprochó, herido todavía. Su voz lo delataba –Y tú la llevaste.
—No puedes dar por terminado algo que aún duele.

Yunho sacudió su cabeza de inmediato, negándose rotundamente.
Jaejoong bufó.

—Has lo que te la gana entonces, no pienso rogar nada— Soltó su propio veneno sin reparo –Y que te vaya bien, Yunho. Sigue así, que en medio de todo ese modus operandi tuyo de tragarte tanto el dolor  como el amor, algún día también encuentres otra alma igual de podrida que tú.

El sarcasmo vibró con fuerza, la rabia y el coraje daba vueltas contra su cabeza cuando tomó el pomo de la puerta y esta se volvió a cerrar, descubrió la mano de Yunho sobre ella, el brazo junto a su cabeza y el aliento de él tan cerca de su cuello, que su cuerpo entero se erizó.

Esperó, con los ojos abiertos de par en par, sin mover un solo músculo porque de pronto era peligroso, y la respiración de Yunho, tan cerca, tan cálida, hacía su pecho saltar inconvenientemente.

Pero Yunho no se movió más y Jaejoong cerró los ojos de pronto, respirando profundo y cerrando los puños, Yunho era como un niño pequeño al fin y al cabo, uno que necesitaba ser empujado continuamente para que pudiera ser libre aunque fuera a la fuerza.

Así que cuando giró y sus ojos se encontraron directamente, se percató de lo cerca que estaba su rostro, que esos labios finos no habían cambiado demasiado, y que el rostro masculino de Yunho tan solo se había acentuado un poco más.

No iba a rogar…

Nunca estuvo seguro de cuánto tiempo pasó, no se movió más. Porque Yunho continuó bajo la misma posición y su pequeña diferencia de altura le dio la ventaja de estar un poco por encima de él.

Pero cuando el momento llegó, Jaejoong perdió el aliento, esos labios otra vez contra su boca, ni siquiera se movió a tiempo, solo recibió esa boca y ese beso que no parecía desesperado sino más bien ansioso. Y cuando se alejó, fue como volver el tiempo hacía atrás.

Así que la segunda vez fue mutuo. Sus manos subieron por ese cuello y Yunho lo apresó contra la puerta, esa boca se cerró sobre la suya muy bien, y era como si lo estuviera descubriendo otra vez, sabía a victoria, a una dulce y amarga por igual.

Porque sus manos cansadas y su pecho agotado, celebraban internamente, la algarabía y la adrenalina distribuidas por igual.



Sabía que no era correcto cuando accedí
Si el amor hablara, sería cruel, porque lo volví a traicionar, y creí otra vez en ti

NA: La canción es Just Go de Rania.

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