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Arualthings

Memorias Prohibidas - Cap. 13

Trauma.
Desvió por completo el poco equilibrio que le quedaba, Heechul apenas escuchó el timbre de su departamento sonar, media hora después de que Siwon se fuera y corrió a abrir, pensó que sería Choi nuevamente y el escalofrío subió velozmente por todo su ser cuando descubrió a Leesang tras la puerta.

Entonces el primer golpe llegó.

Era distinto, llegaba con su guardia personal a los lados y su cuerpo se estrelló de lleno contra la mesa pequeña cerca de la entrada, cayeron varios de esos floreros pequeños al piso, su cabello tapó por completo su rostro, le temblaban las manos de repente y antes de que pudiera siquiera reaccionar, Leesang lo había tomado del cuello de la camisa.

Fue agresivo, brusco y demente. Lo arrojó contra el piso sin la menor indulgencia que pudo encontrar. Heechul descubrió el horror de su cuerpo maltratado cuando el hombre lo comenzó a patear. Fueron tantos lugares que lo único que se escuchaban eran sus gemidos apagados, gemidos de dolor que en algún momento se transformaron en sollozos extraños y consumidos por las lágrimas.

Los brazos, el estómago, Heechul tapaba su rostro sin entender.
Hasta que finalmente los golpes se detuvieron. Solamente le quedaba el dolor lacerante y la piel que parecía quemar en cada espacio vacío,  punzaba dentro de su cabeza y las lágrimas frías se paseaban por su rostro.

Abrió sus ojos con temor. La imagen del hombre parado frente a él mientras remangaba las mangas de su camisa lo hizo llorar otra vez: No se había detenido. Y su cuerpo débil y delgado lo anclaba al suelo, sus temores propios resurgieron. Alzar la voz, reclamar, reprochar y contestar estaba prohibido. Pero Leesang hasta ahora jamás lo había tratado así, merecía una explicación, merecía retorcerse en su miseria a consciencia propia.

—¿Por…qué?

Ni siquiera se molestó en ocultar su miedo y el horror que ver a Leesang en ese estado le provocaba, él solo sonrió y se agachó, con las piernas flexionadas cerca de su rostro y esa sonrisa petulante que Heechul tan bien conocía.

—¿Tienes el descaro de preguntar por qué?— Esas manos grandes y masculinas lo tomaron por la barbilla. Alzaron su rostro sin restricción, su piel sudada y cansada. Sus ojos temerosos y cansinos —Rata repugnante…

Y ocurrió de nuevo, el hombre lo lanzó contra el piso, unos pocos centímetros más lejos, pero esta vez fue distinto. Los puños de Leesang se incrustaban en sus costados con fuerza, parecían querer hundirse en su piel y traspasarla. Heechul abría su boca en cada golpe, sentía su cuerpo a punto de romperse sin misericordia.

Sintió el horror más grande de todos…
Podía fácilmente morir en sus manos, sin que nadie hiciera algo por él…

—Bas…basta…— Lloró de nuevo, agarrado del suelo y encogido en su lugar, rogaba por una clemencia que no tenía mientras los golpes del otro se acentuaban todavía un poco más —¡Basta por favor!

La risa, casi a carcajadas, de Leesang hizo eco en su cabeza.

—¿Cómo pudiste? ¡¿Eh?!— Sus cabellos fueron el nuevo marco de horror, Leesang lo levantó sin cuidado, su cuerpo adolorido y maltratado no soportó el impulso de ese agarre y gritó con más fuerza que antes. Con la esperanza de que alguien lo escuchara, de que alguien lo pudiera salvar —Te lo di todo, absolutamente te todo. Nadie jamás te podrá proteger y tratar como yo lo he hecho… ¡Asquerosa rata!

Una cachetada se impactó en su rostro, dolía tanto, que curiosamente no sentía más dolor.

—Leesang…
—¡Y te atreves a hablarme de esa forma! Como si no me hubieras traicionado así…

Heechul se aferró de su brazo, ese que sostenía su cabello y miró al hombre sin entender con sus ojos abiertos de par en par.

—Leesang… por favor para…— Su voz sonaba extraña y su labio partido le daba un mal sabor a cada frase que salía de su boca —Yo… Yo no sé de… de que me hablas.
—¿No sabes?— Sonrió el mayor —¿En verdad no sabes?

Heechul solo cerró los ojos, negando férreamente con su cabeza.

—Choi Siwon ¿no te suena?— Tembló instantáneamente, sus ojos abiertos de par en par mientras miraba el suelo con pánico —¡Dímelo!
—Yo… No… No tenemos nada ¡lo juro!— Se aferró con más fuerza a ese brazo. No quería morir, no así —…Apenas nos conocemos.

Pero Leesang esta vez lo hizo levantar la mirada otra vez, incrustaba sus dedos en cada espacio de su mejilla, dolía como si fueran cuchillos contra su piel, sin embargo Heechul no desvió la mirada esta vez.

—No me mientas, planeabas echarme de cabeza con la policía ¡¿verdad?!— Su grito se esparció sin miramientos —¡Después de todo lo que hice por ti!
—¿Po…policía?

Sus cejas se juntaron y la incredulidad en su rostro debió ser tanta que por un instante Leesang se detuvo y le otorgó el maravilloso beneficio de la duda. Cortos segundos de silencio mientras el hombre analizaba cada espacio en sus ojos. Bullía su sangre en rabia todavía, sin embargo su coraje pareció aplacarse un poco.

—Interesante… ¿No lo sabías?— Pronunció repentinamente —Entonces ¿solo andabas hecha la zorra?— Heechul temblaba todavía, las manos de Leesang seguían apretando su vida sin cuidado y él no se veía capaz de hablar, ver su sangre en el suelo lo atemorizaba —Dime Heechul ¿en verdad no lo sabías?

—No…— Lo soltó en un suspiro con esas lágrimas impertinentes abandonando sus ojos, esas lágrimas que fácilmente se mezclaron con el sudor y la sangre de su cuerpo —No sabía casi nada de él.

—¿Y qué es lo que te he enseñado yo durante estos años, eh?— Esta vez fue la otra mano de Leesang presionando con fuerza los costados lastimados de su cuerpo, haciéndolo gemir de dolor —Maldito seas… Casi haces que la policía me caiga encima y todo por andar hecho el caliente.

Un pequeño movimiento de cabeza por parte de Leesang y Heechul sentía su cuerpo ser levantado del suelo por manos externas. Quedó con la espalda pegada a la pared y su visión un poco borrosa, sus manos sostenidas por esos guardias que no parecían tener una sola expresión en su rostro.

—¿Acaso no tienes suficiente con lo que te doy?

Leesang se levantaba despacio del suelo, limpiando su ropa y Heechul temía adivinar lo que ocurriría, su cuerpo maltratado así no le permitiría un solo aire de descanso, un solo maltrato más. Le repugnaba esa mirada tan oscura que el hombre le enviaba ahora.

—Debería matarte— No se podía liberar, pero sintió a pesar de su piel golpeada la mano de Leesang paseándose por su rostro —Pero ¿por qué no puedo?— Sollozó despacio, cerrando los ojos en medio de la dignidad inexistente mientras su cabeza era sostenida en alto por otra de esas manos ajenas.

Vergüenza y pudor que no le quedaban de repente hicieron acto de aparición.

—No más…— Suplicó —…Por favor…

—Dame una razón— Habló en susurros el hombre, con esa sonrisa lasciva entre los labios, mientras ya jugaba con los espacios de su piel que quedaban a la vista entre su ropa mal acomodada —Una sola que te permita respirar por un tiempo más.

—Jae…Jaejoong…— Heechul no midió el poder de sus palabras, mucho menos cuando Leesang abrió sus ojos de par en par y pareció perder de perspectiva sus intenciones —Jaejoong… está con vida… Yo lo vi…

—¿Qué?

De pronto se alejó y el reloj de vida en su cuerpo pareció resurgir de repente.
Leesang volvió a dar una de esas indicaciones muda y Heechul dejó de sentir la presión de esas manos. Su cuerpo irremediablemente cayó, sus rodillas dobladas le permitieron un doloroso respiro.

Su corazón latía lento y no tenía muchos ánimos de respirar.

—Repite lo que dijiste— Leesang sin embargo lo trajo a la vida, su voz en alto muy cerca de su oído —¿Cómo es eso de que viste a Jaejoong?
—Lo vi… hace poco— Mintió —Conducía y lo vi caminando, estoy seguro que era él.

—¿Y por qué no me lo dijiste antes?
—Apenas ayer… lo vi.

Dolía cada espacio de su cuerpo. Solo quería que Leesang se marchara de una vez, porque todo daba vueltas a su alrededor y su cuerpo se debatía entre las náuseas y perder el conocimiento al fin.

—¿Dónde?— Leesang lo tomó por el cabello otra vez —¿Dónde lo viste?

Pero los ojos desorbitados de Heechul fue lo único que recibió. El cuerpo débil de Kim cayó entre sus brazos al fin y Leesang exhaló con fuerza, con su paciencia agotada y el ceño fruncido.

—Vámonos— Dejó a Heechul sin miramientos en el suelo —Que no salga de aquí por ningún motivo— Miró a dos de los guardias y estos asintieron de inmediato —Vamos a la oficina que tengo una búsqueda muy importante que hacer.

Cuando la puerta al fin se cerró. Heechul se encogió un poco más, su cuerpo herido latía por todas partes y sus lágrimas empezaron a salir sin compasión alguna. Tirado en el suelo por completo y con los golpes matizando su estado completo. Las lágrimas, el sudor, y la sangre no importaban, de repente su mundo se había cerrado por completo.

No iba a salir jamás de ahí.
Siwon le había mentido, igual que los demás.




Fueron pocos días antes de que Mir pudiera poner los pies otra vez sobre su país, llevaba unos lentes recién comprados, esos que Joon le había comprado un día atrás, cargaba la misma maleta con la que había ido y un pequeño bolso para sus padres.

Su estado de ánimo había mejorado en pocos niveles, los mínimos como para estar frente a sus padres y tratar de seguir adelante, lo suficiente como para ver otra vez a Yoochun otra vez, cuando el mayor decidiera regresar y darle un fuerte abrazo.

Quería un poco de esa paz que tanta falta le hacía, sonrió un poco y miró la pequeña bolsita entre sus manos, aquel pequeño detalle que había traído para la señora Dong, aquella a quien le prometió visitar apenas regresara. Respiró hondo y agarró el taxi que estuvo más accesible, dispuesto a comenzar otra vez, lentamente hasta que toda esa historia se pudiera levantar despacio.




Yunho respiró despacio, lo más despacio que pudo, apuntó firmemente y afiló su mirada con una velocidad impresionante antes de jalar del gatillo una y otra vez hasta agotar las balas de práctica en su arma.

Pronto Jihoon estuvo tras él, arrimado tranquilo en el pequeño pilar a unos metros de distancia mientras el otro se sacaba los lentes y esperaba que la tabla de práctica llegara hasta su lugar para poder mirar los espacios de su puntería.

—¿Qué sucede?— Yunho apenas giró, mirando directamente a Rain mientras este caminaba hacia la pequeña plataforma —Ni un solo error, excelente como siempre.
—Odio este caso.

—Ser un policía siempre es difícil Yunho. Fingir lo es todavía más— Rain jugaba con el arma que Yunho hubiera ocupado y luego solo suspiró —¿Qué es exactamente lo que te preocupa?

—Jaejoong cree totalmente en mí, piensa que en verdad soy un psicólogo… Yo…
—Al final ¿lo sabes, verdad?— Jihoon lo interrumpió —Jaejoong tiene más del ochenta por ciento de posibilidades de ser culpable.

—Lo sé… Pero aun así…

—Que le hayas tomado afecto no cambia las cosas, que haya perdido la memoria, si realmente es así, y que ahora sea una persona completamente diferente a la que era antes, no lo exenta de los delitos por los que tiene que pagar.

—No es justo.
—¿Y es justo para la familia de Changmin?

Yunho cerró los ojos en esta ocasión, la verdad golpeando contra su rostro otra vez.

—¿Hay algo más, cierto?
—No— Mintió —Solo me preocupa.

—De todas formas, culpable o no por lo de Shim Changmin, será encerrado.
Yunho sacudió su cabeza. —¿Por qué?

—Se lo inculpa de varios crímenes más como ya sabrás, afortunadamente ningún otro asesinato, pero robo, narcotráfico y demás también se paga con cárcel. Algunos ya han sido comprobados, en realidad lo único que lo mantiene en la calle todavía es que a través de él podemos llegar hasta Leesang.

Pasó una mano por su rostro y deseó tanto un poco de licor, estar a solas y despotricar contra su propia estupidez. No había forma de ser justificado, jamás debía involucrarse: Regla de oro. Y a cambio va y le jura protección a un ser que probablemente no lo merece.

—Mientras tanto deberás seguir fingiendo ser solo su psicólogo— Rain suspiró de repente, soltando el arma y empezando a salir del lugar —Después de todo, fingir es algo que se te da muy bien ¿no?

Definitivamente le fue difícil medir el nivel de esas palabras, de aquella mirada por parte del mayor mientras abandonaba el lugar y lo dejaba atrapado en medio de sus dudas y poco convencimiento.




—Así que están saliendo.

Hyun Joong sonrió un poco en cuanto vio a Junsu asentir despacio, sosteniendo entre sus manos la pequeña taza de café que había sobre la mesa. Era difícil medir el nivel de ese rostro algo despreocupado mientras mordía su labio inferior e interiormente Hyun Joong sentía esa acción por parte de Yoochun algo apresurada.

—¿Y cómo ha sido?
—Bien, supongo…— Junsu suspiró y decidido miró al otro —Es complicado ¿sabes? Con todo esto de… Changmin. En definitiva a veces no sé muy bien como sentirme.

—¿Piensas que serás su reemplazo?
—No tanto así— Junsu movió un poco su cabeza, inseguro y complicado —Es que… A veces siento que Yoochun no está preparado. Pero otras veces pienso que nunca lo va a estar.

La actitud de Junsu cambiaba bastante a ratos, como si se mantuviera en un limbo desconocido, aún no lo comprendía y en medio de su lógica se aventuraba a pensar que si Yoochun no iba a estar listo jamás ¿qué había de malo en intentarlo justo ahora?

Joong entonces suspiró.

—¿Se han besado ya?
—¿Disculpa?

La atención de Junsu pareció despertarse de repente.

—¿Se han besado? ¿O lo han intentado acaso?
—Bueno— Junsu titubeó —Aún no… Es complicado, todo lo es.

Kim exhaló con fuerza, sacudiendo un poco sus cabellos. Hyun Joong entonces sonrió.

—Para Yoochun los besos son muy importantes— Comentó el otro tranquilo, jugando de pronto con su propia taza —Un pequeño mundo, totalmente cerrado para los demás. Si se llegan a besar: Yoochun en verdad está dispuesto a intentarlo.

Junsu mordió su labio inferior, inseguro de saber si podía tomarlo como un consejo o algo parecido a la resignación, respiró hondo y cerró un segundo los ojos. Necesitaba saber el lugar exacto en el que se encontraba parado gracias a él.




Después de haber tomado la decisión por más interesado e insulso que podía parecer. Changmin finalmente lo había decidido, tomó poca ropa y se vistió velozmente, justo un poco antes de que el sol apareciera por completo, porque bueno, Minho siempre salía demasiado temprano a pescar.

Cogió de los pocos alimentos a su disposición y se encontró paralizado en más de una ocasión sin saber muy bien que hacer, porque la cocina no podía recordarla a la perfección sin embargo hizo lo más rápido que pudo y lo más fácil que en algún momento observó a Choi preparar.

Después de cerca de media hora, quedó algo medio decente, incluso sonrió ante el extraño platillo que se veía muy bien, pero que no sabía tan bien, aunque tampoco estaba tan mal, Shim subió sus hombros sin mucha preocupación y sonrió abiertamente empezando a llevar los platos a la mesa, con el sol empezando a amenazar con despuntar en cualquier momento.

—Curioso… Para ser un tipo que gusta tanto de comer, se me hace raro que no se te dé muy bien cocinar.

Escuchó su voz, su risa contagiosa y su cuerpo entero se paralizó, tenía miedo de girar. Porque su cuerpo entero sintió el escalofrío, y su mente jugó sucio en cuanto giró y lo miró sentado sobre el mesón jugando con una manzana roja entre las manos justo un poco antes de que le diera una mordida.

El ambiente cambió de repente, ya no era la cocina pequeña de Minho, era una espaciosa  y grande de tonalidades blanca y negra por todas partes, sus pasos pequeños fueron hasta la imagen de Yoochun que sonreía divertido mientras esperaba por él y sus cejas juntas mostraron una preocupación por la que el espejismo de Park no se preocupó.

—Yoochun…

Pero la imagen desapareció con la misma velocidad, dejándole únicamente una sonrisa vacilante y una mano extendiéndose hacía él, una que él estuvo a punto de tomar sino fuera porque la realidad lo trajo de vuelta y el recuerdo tan vivido lo hizo desesperarse de repente.

Lo quería, quería esa vida, querías esos ojos y esa voz que le hablaba con tanto afecto.
Esa perturbadora vida que todavía no la sentía como suya.

—¿Changmin?— De pronto Minho abrió la puerta de su habitación, listo para salir y sorprendido con lo que observaba entre la cocina y el comedor, sonriendo con gratitud ante la sorpresa aunque él no le pudiera responder con la misma emoción —¿Preparaste todo esto tú solo?

Changmin, incomodo todavía, solo asintió, mordiendo su lengua, con las suposiciones de esa imagen de Yoochun que lo atormentaba aun.

—Es grandioso, muchas gracias.

Minho se sentó a comer con una sonrisa en el rostro y Changmin solo sintió su propio estómago revolverse. De pronto las preguntas más aterradoras habían acampado sobre él ¿y si Yoochun y él ya no estaban juntos? ¿Y si Yoochun había estado en el mismo accidente y solo él había alcanzado a sobrevivir?

—¿Changmin?

De pronto llevó una mano a su pecho, abriendo mucho la boca para poder respirar, porque el aire le estaba haciendo falta y no parecía introducir el aire necesario para sus pulmones, soltó los platos en sus manos y Minho se levantó de inmediato para agarrarlo.

Pero Changmin solo se apoyó un poco más y llevó la mano a su pecho, faltándole la respiración como nunca antes hasta ahora.




—Fue un ataque de ansiedad.

El doctor respiró tranquilo, guardando sus pertenencias mientras Minho apretaba sus propias manos preocupado, mirando a Changmin recostado sobre la cama, profundamente dormido luego de aquel momento en que Minho se había quedado completamente paralizado sin saber muy bien qué hacer.

—Pero ¿le va a volver a ocurrir?
—No lo sé…— El doctor solo miró a Shim respirar tranquilo y dormir pacíficamente al parecer —Debe estar más tranquilo, aprender a manejar su situación ¿pensaste en lo que hablamos?

—Sí, si…— Minho pasó una mano por su rostro y suspiró —Viajaremos a Seúl pronto, para arreglar todo esto y averiguar qué es lo que sucedió en realidad.
—Eso es bueno, muchacho. Changmin definitivamente lo necesita.

—Pero ¿por qué le dio eso? Estaba bien.

—Hay muchas cosas en su cabeza aunque no lo parezca, se está atormentando él solo. Su personalidad aunque no la tenga definida todavía por su pérdida de memoria seguramente le persiste por volver a la normalidad. Depende mucho de él.

—Me asusté mucho— Minho se encogió en su lugar —No sabía lo que le pasaba, temía que fuera algo de su corazón, se agarraba el pecho y yo…— Minho mordió su labio —De verdad me asusté.

—Tranquilo— El hombre mayor abrazó sutilmente a Minho y este solo cerró los ojos con fuerza —Todos estos ataques debes manejarlos con calma ¿de acuerdo?— Choi solo asintió —Las personas suelen recordar de a poco, o de golpe varias cosas, a veces pasa con pequeñas cosas que evoquen un recuerdo, o sencillamente ocurre. Otros, como Changmin pasan por episodios como estos. Su psiquis está tan forzada que lo poco que van recordando en verdad les afecta.

—Entonces ¿pronto va a recuperar la memoria?

—Bueno, no sabría si decirte si pronto— El hombre volvió a contemplar a Shim —El cerebro después de todo es el órgano más estudiado del cuerpo humano y del que menos sabemos en realidad. Así que darte un tiempo sería irresponsable de mi parte, pero al menos no se ha estancado, Changmin puede tardar años, así como puede tardar meses en recuperar su memoria, todo depende de lo que acá arriba— Señaló su propia cabeza —Suceda.

Minho asintió, con ese sin sabor en la boca, las manos un poco afectadas por el hecho de todo lo que sucedió minutos atrás. Trató de enfocar sus prioridades de nuevo y prepararse, aunque doliera, a lo que pudiera pasar en cuanto Changmin pisara Seúl.




Junsu tenía muchas cosas en la cabeza, si los besos eran tan importante para Yoochun era predecible saber porque hasta ahora no había podido ocurrir, sin embargo Park le sonreía de una manera indescifrable y le hacía creer en más cosas de las debida.

Muchas veces se encontraba contemplando ese rostro blanco y en ocasiones distraído pasaba tanto tiempo así que luego sonreía avergonzado cuando el mayor lo dejaba en descubierto con una frase tonta en la boca, Junsu disminuía la importancia de la circunstancia y cambiaba de tema de inmediato.

Pero eran dos semanas ya, salidas de un lado a otro, pequeños paseos, largas comidas, a veces juntaban sus manos y la sorpresa duraba poco, de vez en cuando apretaba esas manos frías y esos dedos largos apresaban los suyos y todo parecía demasiado encantador.

Hasta que Junsu se veía rodando los ojos y apoyando la quijada en su mano.
No era una chica, no tenía quince para valerse de citas y tomadas de mano que en un inicio sonaron verdaderamente ¿adorable?

Veía a los demás salir, divertirse y abrazarse sin problemas, compartir besos en una compenetración que ni de cerca compartía con el mayor ¿qué tanto le faltaba por escalar para llegar hasta él?

—Hace frío.

Yoochun de pronto se encontró abrazando sus propios brazos, exhalando sutilmente mientras miraba hacia el cielo con sus mofletes inflados, era una expresión pequeña y desapercibida, sin embargo Junsu sintió su corazón latir.

—Dejaste la chaqueta en el carro— Dijo tranquilo —¿Quieres ir por ella?
—No, mejor vayamos al cine.

Junsu sonrió ante la intempestiva propuesta de Park.

—¿Y ese cambio?
—No lo sé…— Parecía dubitativo —Simplemente quiero hacer algo diferente. Este ambiente tan bohemio de nuestras salidas ya está un poco gastado ¿no?

Se encontró sonriendo una vez más, asintiendo sin problemas mientras lo miraba levantarse. Caminó junto a Yoochun los pocos tramos hasta su auto e ingresaron como de costumbre, tomó el volante entre sus manos y esperó porque Yoochun se acomodara junto a él.

—Yoochun…
—¿Mmh?

Actuó rápido, antes de que Park tuviera la oportunidad, pasó un brazo sobre los hombros grandes del mayor y lo abrazó con fuerza, respirando bajo en medio de ese vaho que había dentro del auto gracias al frio. Yoochun no se movió demasiado, ni siquiera habló y Junsu se alejó lo suficiente como para verlo solo a él.

—¿Qué sucede?

Y Yoochun no parecía muy dispuesto a colaborar.

—Nada, solo quería abrazarte— Mintió, con una de sus sonrisas en el rostro.

Parecía que Yoochun le había creído, parecía que su cercanía no le inspiraba la mínima sensación de un beso. Entonces el estómago se le contraía y volvía a pensar que todo este asunto de las oportunidades era solo un lamento continuo hacia un camino sin final que el mismo se había encargado de construir.




Otra vez tenía ese rostro vacío. Tan apagado y lejano que Sungmin únicamente mordió su labio y reprimió las lágrimas osadas que pretendían salir de sus ojos, contemplar el cuerpo de Heechul en ese estado era casi devastador. Su piel sin espacios demasiado sanos, la sangre seca entre su quijada y la boca.

Había tanto daño en él…

Tocó con suavidad cada pequeño espacio que le quedaba de humanidad al mayor y trató de ocultar esa lástima que pugnaba por salir ahí mismo, miró cada uno de los golpes, cada hematoma repartido en su piel, cada encogimiento que tenía el otro cuando trataba de curar. Sin embargo Heechul no decía palabra.

Era un muñeco sin alma, no hablaba, solo cerraba mucho los ojos y apenas se movía. Se había dejado limpiar, cambiar de ropa y finalmente que cada pequeño conocimiento de Sungmin sirviera para sanar esas heridas abiertas que pudieran quedar por ahí.

La mente de Heechul se distraía a ratos, construía a Siwon en su cabeza, justo un par de horas atrás, escasos treinta minutos antes de que Leesang llegara. No le importaba mucho cómo se había enterado. Pugnaba muy dentro de él que horas atrás Siwon había llegado con su mirada insegura y sus ojos perdidos, dudando en cada espacio que le fue permitido.

Él le había abierto la puerta, ingenuamente lo dejó pasar y Siwon se acercó para abrazarlo, tan fuerte que Heechul creyó perder una parte de sí mismo en ese abrazo. Choi murmuraba cosas, hacía promesas que eran inválidas ahora. Heechul no había entendido demasiado, por eso había tomado su mano, conduciéndolo a la cocina para que se sentara a beber algo que fuera capaz de calmarlo.

¿Tú no jugarías sucio conmigo, verdad?

Heechul hubiera querido reír en ese momento. Ahora que la verdad había azotado contra su rostro literalmente. Siwon que había mentido y engañado en primer lugar, ¿cómo se atrevía a mostrarse atormentado frente a él? ¿A suplicarle que no jugara sucio?

—Hyung…

Pero las sombras de Choi daban vueltas en su departamento todavía, aunque el hombre hubiera permanecido apenas unos minutos y luego se fuera, con otro abrazo de por medio.

—Hyung por favor háblame.

Miró a Sungmin porque parecía preocupado, porque su rostro compungido por el dolor le heló la sangre, Lee se aferró a su camisa, a su pecho delgado, cerrando los puños sin cuidado y sollozando sobre él. ¿Tan mal se veía?

—Hyung ¿por qué te ha hecho esto?

Acarició casi sin pretenderlo su cabello, tan despacio que Sungmin sollozó todavía un poco más. Había perdido la conexión entre su cuerpo y el dolor. No importaba. Las pocas alas que Siwon le había presentado, esa mísera libertad con la que había empezado a fantasear habían solo desaparecido.

Ya nada importaba en realidad.

Heechul había aprendido la lección.

Las personas como él no merecen la libertad, la única libertad a la que pueden llegar es la salida más cobarde de todas. Pero si tanto dolor se acabaría ¿entonces porque tiene que ser tan mala opción?

Sungmin quizá no entendería, su llanto amargo lo hace incluso arrepentirse. Pero Heechul sabe que esa vida ya no es suya hace mucho. ¿Qué más da llevarle la contraria a Leesang por vez primera y que él no pueda hacer nada por detenerlo?

Sería vengarse de la vida por ser injusta con él.
Si ella no le pudo conceder un espacio pequeño de fe, él le dará la espalda en esta ocasión.

Heechul en verdad creyó que podría huir. Pensó que Siwon sería el camino.
Ahora solo le quedan esas alas distantes y dolorosas a las que no hubiera querido recurrir.




—¡Yunho! ¡Rain!— Shindong giró de inmediato, con el trasmisor entre las manos mientras trataba de darle la espalda al pequeño restaurante que vigilaba gracias a Kim quien debería haber salido hace más de diez minutos —¡Contesten, maldición!

—¿Qué sucede?— Fue la voz masculina y seria de Jihoon la primera que se dejó escuchar —¿Por qué Jaejoong no ha llegado? Se supone que su consulta debió empezar hace un rato.
—El restaurante está completamente llenó quizá eso lo retraso. Pero eso no es lo importante ahora, los necesito acá de inmediato. Es un asunto de emergencia.

—¿Qué pasó?

Esta vez Yunho fue la voz en alto que alertó a Shindong mientras miraba al muchacho parado frente al restaurante hablando tranquilo por celular.

—El hermano menor de Shim Changmin está fuera del restaurante. No tengo la menor idea de qué hace aquí, pero si ve a Jaejoong no creo que cosas buenas puedan ocurrir— De repente Mir había colgado, guardaba su celular y los ojos de Shindong se habían abierto de par en par —¡Está entrando! Apresúrense.

—¡Yunho, espera…!

La comunicación se cortó antes de que Shindong lo imaginara, apretó sus puños despacio mirando incapaz de mediar en la situación al estar con las prendas del departamento de policía. Pero el hospital estaba cerca, lo suficiente como para que mordiera su labio inferior y esperara.

Sin embargo fue más rápido de lo esperado. Lo observó desde la esquina anterior, con su bata ondeándose ante sus pasos veloces y su desesperación al esperar que el semáforo cambiara. Yunho había llegado corriendo sin reparo y apenas unos metros atrás Jihoon intentaba darle alcance.




—Señora Dong, muy buenos días~

De pronto la voz cantarina de Mir fue como un regalo, la mujer levantó los ojos de entre su atareada libreta y sonrió, feliz de verlo nuevamente ahí, tal y como había prometido varios días atrás.

—Oh, pequeño. Qué bueno que hayas regresado— Acarició débilmente el rostro del menor y este sonrió un poco más —Y pues, ya ves. Con bastante clientela el día de hoy, ni siquiera he podido dejar salir a mi mesero estrella.

—Cierto… No lo conocí la vez que vine. Hablas demasiado bien de él— Mir colocó un pequeño puchero en su boca —Me pongo celoso.
—Oh, no digas eso pequeño.

Mir rio y cuando las pequeñas cortinas de la cocina se agitaron sus ojos se alzaron de inmediato. La sonrisa se borró tan veloz que incluso Mirah notó esos aletargamientos extraños que el cuerpo del menor sufrió.

Fue cuestión de segundos. Su cuerpo impulsivo llegó hasta Jaejoong, poco le importó los tazones de kimchi que el hombre llevaba en la bandeja, estos cayeron estrepitosos al suelo y Mir se encargó de cerrar sus puños en el cuello de aquella camisa sin reparo. Lo estrelló contra la pared cercana y el grito alertado de Mirah se escuchó demasiado lejano en ese instante.

—¿Qué demonios haces aquí?— La voz arrastrada de Mir hizo a Jaejoong abrir sus ojos de par en par, las palabras no circulaban por su cabeza todavía —¡Responde maldición!— Agitó con fuerza el cuerpo del mayor y este se estrelló contra la pared una vez más —Eres un asqueroso asesino ¡Deberías estar pudriéndote en la cárcel!

Otra vez Jaejoong inestable y confundido retrocedió y abrió mucho más los ojos, con el terror inundado en sus facciones, afortunadamente la puerta del restaurante se abrió, segundos antes de que Mir levantara su puño e intentara incrustarlo en él. Las manos de Mir fueron fácilmente apresadas por Jung y el menor se revolvió agresivo entre esos brazos ajenos que lo separaban de Kim.

—¡Suéltame!— Gritó desesperado —¡Quiero matarlo!

Yunho palpó entonces esa rabia y desesperación que el otro exfoliaba en cada parte de su ser por su hermano mayor. Esa pérdida que no parecía ser superada y que ahondaba al otro en un estado catatónico de sufrimiento.

Jaejoong resbaló con facilidad en el suelo, mirando perplejo al muchacho que se removía con frustración entre los brazos de Jung, pronto llegó Jihoon y pudieron al menos controlarlo un poco. Aunque siguiera inestable y tembloroso, Jaejoong tapó su boca y se hundió en su lugar.


¿Él le había dicho asesino?

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