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Arualthings

Tradición Familiar - Cap. 18

Las cosas tan solo están tomando un rumbo diferente.


—Cuando nos graduemos de la universidad… ¿Compraremos un departamento?



La pregunta de Changmin llegó de repente, como si de pronto estuviera muy atento al libro en sus manos, y Minho dejó de escribir en su laptop, con una divertid sonrisa marcada en el rostro.



—¿Y esa pregunta?

—Bueno, quería saber que planes tienes para nosotros en el futuro.



Changmin por fin dejó de lado el libro y Minho sonrió agradecido.



—Mis planes a futuro contigo son casarme.

—¿Casarnos? ¿Eres Choi Minho el que conozco desde la secundaria el que me está diciendo que quiere casarse en un futuro?



Minho se había levantado de su asiento y caminado hasta Changmin con una expresión tranquila y serena en el rostro. –Ese futuro puede ser ahora.

—¿Quieres que nos casemos?



Minho ni siquiera pareció dudarlo un instante, por que asintió de inmediato. Y Changmin tomó una de sus manos entre las suyas.



—¿Tú no quieres, Changmin?

—Por supuesto que quiero. El problema es nuestra familia.



Un suspiro pequeño por parte de Minho, y Changmin supo que algo empezaba a maquinarse dentro de esa retorcida y astuta cabeza.



—Bueno, eso siempre se puede solucionar.



Pero por el momento, Changmin prefirió callarlo con un beso, y ver luego, como casarse con Minho, sin faltar a la dichosa tradición familiar. Por más peculiar que hubiera sido su decisión mutua por contraer matrimonio.





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En ese momento la residencia Kim estaba vestida de fiesta.



Las mesas cuidadosamente colocadas, para una pequeña reunión entre familiares y amigos. Las bebidas, los bocadillos, las risas y las pequeñas conversaciones que se esparcían de un lado a otro. Los aplausos por supuesto, cuando Jaejoong por fin entró en la casa con su capa y muceta. Diploma en mano y una gran sonrisa en el rostro.



La graduación de Jaejoong había sido elegante y sobria, junto a sus demás compañeros de s salón, durante esos cuatro años de carrera. Las felicitaciones de los maestros. Las palabras del mejor graduado. Definitivamente un magno evento que había logrado que los ánimos en la familia se disiparan un poco.



—Así que finalmente tienes una profesión.



Yunho vaciló sus palabras con cuidado, agarrando a Jaejoong por la cintura. Y atrayéndolo a su cuerpo sin problemas. Sus bocas estuvieron cerca, pero justo en ese momento Yunho prefirió contemplar lo bien que le sentaba a Jaejoong esa clase de sonrisas en el rostro.



—¿Por qué no me besas?

—Por que me gusta verte sonreír.



Jaejoong rió un poco. La abrupta sinceridad de Yunho era tan refrescante que su sonrisa se ampliaba y generaba dentro de él suaves golpecitos en la barriga, casi como aquel epitomo cursi de mariposas en el estómago.



—En realidad ya trabajaba como chef. Solo me hacía falta el título valedero.

—Pero es una celebración muy fastuosa para algo que no consideras tan importante.



Jaejoong rodó los ojos, todavía muy cerca del rostro de Jung. –Me gustan las cosas caras, que se le puede hacer.

—Presumido…



Y esta vez el beso llegó, directo a sus labios en un contacto suave, ambos juntos todavía, muy cerca de la mesa principal mientras el resto de los invitados que no eran demasiados se dedicaban a conversar o caminar de un lado a otro.



El hecho de que hasta hace unos meses Siwon fuera la pareja oficial de Jaejoong, no pareció importar mucho, por que en realidad. Yunho muy pocas veces se mostraba tan abiertamente cariñoso con alguien en medio de tanta gente. Y por el momento, aquel beso. Hablaba muy bien de él.













Cuando Yoochun piso la residencia Kim luego de varias semanas, se sintió extrañamente incómodo, como si quisiera marcharse cuanto antes de ahí y su tiempo se viera resumido al instante de girar sobre sus talones y huir.



Pero Mir únicamente lo sostuvo del brazo, con una sonrisa en los labios, indicándole que por nada del mundo podía marcharse. Si su hermano menor era más fuerte que él a veces, entonces quería decir que tal vez la madurez estaba llegando o muy tarde para él, o muy temprano para Mir.



Jaejoong había sido amable al invitarlo a la recepción en su casa, pero en cuanto Yoochun supo que sería en la residencia Kim sus alertas se levantaron, no solo corría el riesgo de encontrarse con Junsu y su indiferencia, sino también con sus padres. Y aquello reducía sus ánimos por su retribuirle toda la ayuda a Jaejoong.



Aún no estaba listo para enfrentar a los padres de Junsu, no sabia como hablarles, como disculparse. No sabía nada, si aún no había podido solucionar las cosas con Junsu. Cosas que para variar de ningún modo parecían estar a su alcance. Mucho menos podría con los padres del mismo.



—Relájate, Chun. Parece que tuviera un palo en la espalda.

—No puedo relajarme Mir. Si nos echan a patadas de esta fiesta será tu culpa.



Mir rodó los ojos, aún jalando de su hermano para que continuara caminando entre la gente hasta llegar a donde se encontrara Jaejoong y felicitarlo. Yoochun ni siquiera había tenido oportunidad de excusarse con sus estudios en la Universidad. Por que la graduación de Jaejoong se había celebrado un sábado.



—Mira, ahí están Jaejoong y Yunho. Nos acercamos, lo felicitamos. Saludamos a los demás, rondamos un poco y nos vamos. ¿Vale?



Yoochun asintió como un niño pequeño en ese instante. Junsu no cubría gran parte de su mente ahora. Únicamente eran sus padres, aquella pareja que amaba tanto a sus hijos. Y que de seguro lo estarían odiando. No quería enfrentar esas miradas. Por que no sabía como disculparse.



Se ponía en el lugar de ellos, si un tipo le hiciera algo parecido a Mir, si tan solo lo hiciera sufrir, o derramar una lágrima. Yoochun sin duda se lanzaría sin pensarlo a romperle la cara. Entonces, su estado de ánimo decaía. Quería marcharse. Quería huir como un vil cobarde, eso quería.



Y su paranoia estaba por todas partes, en cada pareja que veía. Cada una se parecía mas a Ohn y Rye. Todo era tan confuso, complicado y angustiante.



—Oh, Mir. No sabría que vendrías.



Entonces llegó, la suave vos de Rye parada frente a Mir, con una sonrisa en los labios y una copa entre las manos. Yoochun cerró los ojos. Sabía que eso pasaría. Pero por suerte, por el tono de voz de la mujer, seguramente ella no sabía que Mir estaba al tanto de todo el engaño. Sin embargo Mir pareció tensarse.



—Se…Señora, Kim. Buenas tardes.— Mir se agachó un poco, como un gesto de educación antes de regresar su mirada a la elegante mujer que sonrió también. –Jaejoong nos invitó.

—Si, algo me dijo…



La voz de la mujer vaciló un poco. Deslizando su mirada directo a Yoochun quien de inmediato sintió deseos enormes por que alguien lo golpeara y quedara inconsciente.



—Buenas tardes.



Saludó lo más educadamente que pudo, con un leve asentimiento y a cambio Rye solo lo observó fijamente. Seguramente pensando en todo lo sucedido con su familia. Y tan solo para empeorar un poco más las cosas. Ohn apareció, caminando hasta su esposa con una sonrisa pequeña en los labios.



—Hola, buenas tardes y bienvenidos. Amor, no sabes si…



Pero las expresiones amables de Ohn se detuvieron casi al instante cuando visualizó a Yoochun, incluso la pregunta hacía su esposa quedó detenida. Y el hombre fue más expresivo por que incluso arrugó el entrecejo.



—Park Yoochun, no esperaba verte por aquí.



El recelo creció, Yoochun sabía que había sido una mala idea.



—Buenas tardes, señor Kim. Nosotros…

—¿Crees que podemos hablar un momento?



La voz de Ohn era fuerte, de aquellas que intimidan cuando verdaderamente se lo proponen. Mir miró preocupado a su hermano. Pero Yoochun asintió. Con sus expresiones igual de serias que los adultos que se encontraban frente a él.



—Espérame unos minutos, Mir.

—Si.



Fue un poco extraño verlo partir con la pareja Kim hacía un lugar un poco más relegado en la fiesta. Mir incluso sintió que debería haber insistido y quedarse junto a él en la plática. Pero sencillamente sabía que eso era un asunto que lo correspondía más a Yoochun que a él, por más que no quisiera dejarlo solo.



—No te preocupes, mis padres no lo van a matar.— Changmin apareció de repente, justo cuando su mirada se posaba en los tres que se habían alejado. Shim tenía una copa entre las manos, viendo hacía el mismo lugar. Un poco despreocupado al parecer. –Hay muchos testigos después de todo.



La sonrisa en el rostro de Changmin le comprobó que era una broma –una de mal gusto— pero broma al fin y al cabo, aunque eso no evito que la piel se le erizara antes de suspirar resignado a esperar.



—¿Cómo has estado?



Changmin parecía dispuesto a cambiar de tema y Mir sonrió.



—Bien, un poco ajustado entre el trabajo y el instituto. Pero bien.

—¿Estas trabajando?



Mir asintió. –Si, bueno eso Yoochun no lo sabe, pero lo que no sabe no le hace daño. Nuestros gastos se han visto reducidos por la Universidad de Yoochun y el poco tiempo que tiene para trabajar, y mi instituto. Así que como no quiero molestarlo con mis gastos. Decidí trabajar a medio tiempo.



—¿Y a Yoochun no le extraña que no le pidas dinero?

—Cree que estoy ocupando de mis ahorros.



Changmin sonrió. Mir era muy astuto en verdad. —¿Y cómo le justificas tu ausencia en las tardes?

—Él estudia en la tarde, casi noche, y yo le digo que me la paso estudiando o en la biblioteca o algo así. Pronto se dará cuenta, pero mientras espero que no sea así.



Changmin negó suavemente, bebiendo otro poco de champagne. Su mirada se deslizaba por entre la gente, con un suspiro en los labios y un gesto un poco cansado. Mir entonces entendió.



—¿Cómo están las cosas con Minho?

—Igual, no podemos acercarnos el uno al otro. Como si tuviéramos rabia.



Vio a Shim arrugar el entrecejo y la mirada de Mir se deslizó hacía el lugar exacto donde le señalaba con sus dedos que tomaban aún la copa.



—Está por allá. Sentado junto a su madre.



Mir supuso que estar de ese modo, era un castigo que como adultos habían aceptado, pero que al mismo tiempo empezaba a rayar en sus límites. Luego entonces se preguntó, por que las cosas tenían que haber llegado hasta ese nivel.



Recordó el pequeño papel de la factura que había guardado en el bolsillo de su pantalón y sacó el pequeño lápiz que también tenía, ofreciéndoselo a Changmin que lo miró confundido. Aunque Mir sonreía ampliamente.



—¿Para que es eso?

—Escríbele una nota a Minho, yo se la llevaré.



Changmin no pareció muy convencido con la idea en un primer momento, pero luego dejó la copa sobre la mesa detrás de ellos. Y tomó el pequeño papel junto al lápiz, acomodándose discretamente en la mesa que había.



Mir sonrió, ante lo emocionado que parecía de repente Changmin por escribir la nota. Observó sus facciones y la sonrisa en su rostro. Así que eso era estar enamorado. Era paulatinamente interesante y era evidentemente muy distinto a querer, o gustarle alguien.



—Entonces, ¿cómo está Rain?



La pregunta llegó de improviso, tanto que los nervios de Mir aparecieron y sus defensas despertaron. Con un tenue sonrojo en el rostro.



—¿Y yo por qué debería saber de él?

—Pues…— Changmin volvió a reincorporarse. –Por que es tu profesor en el instituto, ¿no?



Mir se odió por haber sido tan impulsivo. Changmin lo había estado midiendo en sus reacciones. Maldición, ¿por qué había olvidado que también era su maestro?



—Si, como sea.



Changmin sonrió. –Rain es un tipo agradable. De esos por los que sientes deseos de ayudarlo en todo. De estar junto a él.— Le estiró el pequeño papel doblado a Mir y él únicamente lo tomó. –Gracias.



Mir asintió, caminando hasta el lugar donde Minho se encontraba. Con su mente obnubilada ante lo que Changmin acababa de decirle, y por supuesto más que nada, avergonzado por que sentía tan ciertas esas palabras. Que no había podido evitar darle la razón.













—Así que Minho se gradúa en un par de años.

—Menos diría yo, pero si y seguramente conociéndolo armará una gran fiesta.



Minho suspiró, ofreciendo una cordial sonrisa ante la plática que su madre sostenía junto a su mejor amiga. Conversando de nada en particular hasta que claro, llegaron hasta él y parecieron estancarse en ello.



—Por cierto, ¿cómo así no he visto al muchacho Changmin por aquí? Usualmente suelen estar juntos de arriba para abajo.— La forzada sonrisa de Minho se amplió. En verdad, no quería responderle a aquella mujer. –No me digas que se han peleado.



—Minho.

—¡Oh, Mir! Que bueno que te veo. ¡Pero si han sido años desde la última vez!



Obviamente Minho se levantó de su asiento, esquivando la respuesta, a pesar de la severa mirada de su madre ante lo mal educada que fue su reacción. Pero Minho se concentró únicamente en Mir, en que le siguiera el juego y no lo mirara como si hubiera perdido la razón.



—¿De qué diablos estás…?

—Pero vayamos a platicar con los demás, de seguro mueren por verte. Has crecido tanto en estos cinco años.



Mir rodó los ojos, empezando a entender. No en vano tenía experiencia con su hermano y sus poco inusuales ritos de escapa. Ya estaba acostumbrado a seguir y obedecer, para poder pedir explicaciones después.



Minho lo guió varios metros lejos de ahí, casi hasta el pequeño riachuelo de peces, hermosamente decorado que por un momento hizo que Mir lo contemplara maravillado.



—Disculpa, es que esa mujer es una entrometida. No sabía como sacarme información sobre el por qué Changmin y yo no andamos juntos en la fiesta.



Mir reaccionó, parado frente a él. –Oh, si. Ten, te lo envía Changmin.



Minho se sorprendió, mostrando una enorme sonrisa en los labios antes de quitarle el papel de las manos y poder abrirlo, la letra de Changmin era clara y evidente como siempre. Mir pudo contemplar en Minho las mismas facciones y expresiones de Changmin hace un momento.



Entonces Minho levantó la mirada, y curioso Mir miró hacía el mismo lugar. Changmin se encontraba parado en el mismo lugar, junto a la mesa de bocadillos. Hubo una sonrisa por parte de Shim y luego se retiró.



—¿Tienes un…?

—Si, claro.



Le entregó a Minho el pequeño lápiz, y afanoso Minho se dedicó a escribir. Otra vez las mismas expresiones de complacencia y felicidad. Mir suspiró. Inconsciente de que sus pensamientos no se habían quedado en su cabeza. Sino que habían sido pronunciadas como un murmullo.



—Ojalá algún día pudiera querer a alguien de esa forma.

Minho se enderezó, con una sonrisa en los labios. –Pues ahí tienes a Rain.



Y otra vez estaban esas indirectas. Mir prefirió esta vez quedarse callado y experimentar la vergüenza interna antes de que Minho le devolviera el papel. Y él al parecer le tocara estar de mensajero interno.



—Gracias.

—Me las deben, y algún día se las cobraré.



Minho rió, ante el paso tranquilo de Mir por el césped del jardín donde se realizaba la reunión de Jaejoong. Entre las personas y las miradas de los otros que jugaban a no darse cuenta.













—Felicidades~



Siwon movió juguetón la pequeña caja entre sus manos, acercándose a Jaejoong quien agrandó su sonrisa al verlo. Con una abrazo de por medio entre ambos, el cuello de Jaejoong estirándose un poco ante la altura de Choi.



—Que bueno que ya te graduaste, ya iba siendo hora.

—Gracias.



Siwon le extendió el regalo y Jaejoong lo tomó entre sus manos con cuidado.



—¿Y Heechul?

—Salió de viaje unos días a provincia. Tenía que ver algo de unas instalaciones, o algo así. Vuelve en unos días para la inauguración de los restaurantes.



Jaejoong asintió. Observando en la caja el reloj que Siwon le había obsequiado. De plata y con la clase de diseño que particularmente le encantaba. Yunho llegó tranquilo hasta ellos, con un bocadillo en la mano. Llevando directo a su boca.



—Hola, Siwon.— Choi asintió, y Jung miró directamente a Jaejoong quien le sonrió de nueva cuenta. —¿Tienes un minuto? Quiero enseñarte algo.— Jaejoong asintió, caminando junto a Yunho a el pequeño puente simulado cerca del estanque. Despidiéndose con su mano agitada un poco.



—¿Qué pasa?

—Nada grave. Solo quería darte mi obsequio.



Jaejoong se sentó junto a Yunho. Y Jung sacó de uno de sus bolsillos, la pequeña cajita de color azul que hizo a Jaejoong sonreír.



—¿Sabes lo que es un anillo de promesa?— Jaejoong negó levemente, permitiéndole a Yunho sacar el anillo y colocarlo en su dedo anular. –Es el que va antes del de compromiso. Es el anillo que demuestra una promesa de pareja, de estar juntos. De estar a prueba antes del compromiso. De lealtad y respeto. El amor, viene después. Cuando los cimientos se han afianzado y puedes comprar el de compromiso.



Kim miró el anillo en su mano. Contemplándolo por un rato, con las palabras de Yunho marcando el compás de los latidos en su corazón.



—Gracias…— Besó los labios de Jung, como un eufemismo repentino. Como si sintiera algo esplendido el pecho que era incluso un poco difícil de definir. —¿Y el tuyo?— Yunho sacó debajo de su camisa el anillo que colgaba desde el collar que llevaba.



—Soy mecánico, trabajo mucho con mis manos. Ya ves que no puedo llevar anillo a menos que quieras que se deteriore en poco tiempo.



Jaejoong rodó los ojos, abrazándose un poco a Yunho, con sus brazos sobre los hombros del mayor, con un suspiró en los labios, con su rostro cercano al de él. Era diferente, se sentía completamente esta relación con Yunho. Era pacífica, agradable. Y en cada momento se sentía un poco más encariñado a él.



—Gracias, Yunho.



Y estaba implícito, que ese gracias llevaba un poco más de por medio. Por que era un descubrimiento mutuo de lo que llevar una relación tranquila se llevaba. Luego de aquellos pequeños momentos en los que la palabra ‘relación’ quedaba tan grande anteriormente.



Justo ahora, era el momento preciso. Y se sentían bien.













La expresión parca del padre de Junsu, en verdad lo estaba intimidando. Pero la diferencia radicaba en no demostrarlo tan abiertamente. Al menos el respeto indudable estaba ahí, y Yoochun sentía que de algún modo con Junsu tenía la batalla perdida, pero al menos quería terminar las cosas bien, y disculparse adecuadamente con sus padres.



—¿Entonces?



Ohn se había cruzado de piernas, sentado frente a él dentro de la residencia, con Rye a un lado, ambos observándolo fijamente. Yoochun respiró hondo. Era obvio, él tenía que ser el primero en hablar.



—Lo que paso con Junsu…

—Estamos al tanto de todo lo que ha pasado.



Rye colocó una de sus manos sobre el brazo de Ohn, como pidiendo un poco más de diálogo en medio de la situación. Sin que Ohn fuera tan osco y se dejara llevar por los ánimos. Por lo que decidió ser ella quien le abriera el camino a Yoochun.



—Sabemos que tienes un hermano y que por cuidar de él, no has podido tener una profesión. Quiero, es decir, queremos creer que esto ha empezado, por que has querido darle una buena vida a tu hermano, a pesar de no ser la manera correcta.



Yoochun agachó la cabeza, con un leve asentimiento de su parte.



—Mir es lo más importante para mí. No hay nada en este mundo que pueda compararse con todo lo que sería capaz de hacer por él. Hasta antes de conocer a Junsu, él era lo único que me importaba luego de la muerte de nuestros padres. Mi mundo entero giraba a su alrededor. Hubiera muerto viejo y solo con tal de trabajar para, y por él. Ya me había hecho a la idea de que tiempo para enamorarme, salir y divertirme no tenía. Solo quería darle a Mir el futuro que mis padres hubieran querido.



—¿A costa del tuyo?

—A costa del mío.



La afirmación de Yoochun llegó pronta. Y Rye suspiró. Agradecida por que su esposo estuviera simplemente escuchando, sin interrumpir.



—Cometí muchos errores en el pasado. Éramos muy jóvenes cuando yo ya estuve en edad de abandonar el orfanato y Mir… bueno, se fugó junto conmigo. Así que esa juventud y mi estupidez hizo que mi hermano sufriera mucho, desde entonces, cuando comprendí lo que estaba haciendo me prometí cuidar siempre de él. Ser el hermano que no había podido ser, el que era antes de que me volviera un idiota a los dieciocho.



Esta vez Ohn arregló un poco su camisa, mirando atentamente a Park.



—¿Y en qué han cambiado las cosas?



—Mir ya no es por completo mi mundo. Junsu es ahora también la persona más importante para mí, he conocido a gente maravillosa. Y por eso, si Junsu piensa que lo mejor para él es que yo me mantenga alejado. Eso estoy haciendo.



Rye sintió tanta empatía, ese amor de madre. Ese sacrificio perpetuo que sería capaz de hacer con tal de lograr el bienestar de su hijo, y Jaejoong y Junsu, que también eran como sus hijos. Pudo entender a Yoochun, pudo ver en su rostro que no mentía. Pero el daño estaba hecho, Junsu se había roto en tantos pedacitos que verlo sonreír ahora era un gran logro.



—Mir parece un muchacho muy maduro, a pesar de ser tan joven.

Yoochun sonrió complaciente. –Él siempre ha sido el más maduro de los dos.



Rye dejó escapar una pequeña sonrisa. Pero Ohn únicamente suspiró.



—¿Tienes una idea de lo mucho que esto le ha afectado a Junsu? Sería muy fácil decirle a mi hijo que todo esto es por andar de un lado a otro. Creyéndose enamorado a cada rato y no poniéndose serio en ninguna relación. Pero hasta que tú llegaste a su vida. Él no se percató de que en verdad no sabía que era estar junto a alguien, como una pareja de verdad.



Yoochun apretó los puños, bajando un poco la cabeza. Escuchando la voz firme y reacia de Ohn.



—Mi hijo no es ningún niño pequeño para que yo necesite darle mi permiso para ver con quien salir o no. O como si yo al disculparte, te permitiera acercarte a él. O si al perdonarte Junsu te aceptaría de regreso.



—Lo sé, yo no estoy aquí para llegar hasta Junsu. Estoy aquí, por que ustedes me abrieron las puertas de su casa, y su mundo. Por que quiero disculparme con ustedes. Por que no quiero que hayan más malos entendidos y que sepan, que a pesar de no conocerlos lo suficiente, los respeto muchísimo.



Por un momento el silencio que se propago le hizo pensar a Yoochun que las cosas no iban por buen camino. Cerró los ojos aprovechando que tenía la cabeza baja, en petición de su disculpa, y apretó un poco más los puños.



—¿Y si Junsu nunca se hubiera enamorado de ti?

—Pues yo hubiera sido el gran idiota de la historia, por que me enamoré. Lo quiero mucho. Es la segunda persona más importante en mi vida.



Ohn finalmente suspiró, levantándose de su asiento junto a Rye, y Yoochun hizo lo mismo por consiguiente. Mirando con atención a los dos mayores. Rye daba indicios de al menos aceptar sus disculpas, pero Ohn le preocupaba, incluso cuando estiró su mano hacía él.



—No sé lo que hará Junsu de ahora en adelante. Pero es de caballeros escuchar y perdonar. Has dañado a uno de los seres más importantes en mi vida, pero lo has hecho por intentar proteger a tu ser más importante. Sabes que no fue la manera, te has disculpado y lo acepto. Por mi parte te costará mucho ganarte de nuevo mi confianza, pero al menos espero que sepas lo que estás haciendo. A veces Junsu no sabe muy bien lo que quiere.



Yoochun apretó la mano de Ohn, en aquel gesto de confianza mutua. Entre rostros serios, pero sutilmente agradables. Ohn abandonó la sala de estar y Rye le sonrió, antes de depositar un de sus manos en el hombro de Park.



—Procura escuchar a Junsu, no escuchar su voz, sino aquello que no te dice con palabras. Junsu… es más complicado de lo que parece.



Cuando Rye también abandonó la habitación, Yoochun pudo inspirar hondo, y soltar el aire de la misma forma. Un poco más aliviado. Contento de que al menos había dado una primera paso. Si bien la disculpa había sido aceptada, ahora solo estaba implícito lo que pasaría más adelante.



Miró por los ventanales, pensando que ya había pasado un tiempo prudencial, que lo correcto era irse. Pero la gente fuera en el jardín parecía pasarla bien y Mir conversando junto a Changmin se veía animado. Disfrutando de esos pocos momentos libres que tenía. Por él decidió quedarse un rato más.





—…Por eso le dije a Donghae que esperara un poco más y comprara los pasajes mañana.

—Pero, ¿si le dijiste que para Alemania necesita hablar el idioma, no le basta con el inglés?



Giró velozmente, al oírlo platicar tranquilamente con aquel muchacho rubio que subía tras Junsu la escalera. Junsu estaba radiante, justo como cuando lo había conocido, con aquella ropa costosa, seguramente por la reunión de su hermano. Su cabello lo había pintado. Ahora era algo castaño. Yoochun sintió la imperiosa necesidad de acercarse, pero se abstuvo de hacerlo.



—Se lo dije, pero ya ves como es de imposible.

—Eunhyuk, lo que pasa es que a ti te no te gusta llevarle la contaría.



Junsu rió por la mueca que su amigo hizo ante sus palabras. Y continuó subiendo las escaleras sin problemas. Yoochun los vio desaparecer por uno de los pasillos. Cabía la posibilidad de que Junsu ni siquiera supiera que se él se encontraba ahí.



Y sin embargo, esas semanas sin saber absolutamente nada de él, habían pesado demasiado. Tanto. Que apenas lo vio, se percató de lo mucho que había estado extrañándolo.













—…Por Jaejoong, su carrera que hoy ha llegado al final, pero que sin duda le traerá más frutos de los debidos. Por el talento que tiene, y por que por supuesto. Todos los que estamos aquí presentes le deseamos lo mejor.



Ohn levantó su copa en alto y los invitados imitaron el gesto con una sonrisa en el rostro. Bebiendo el delicioso vino que el propio Jaejoong había escogido para la cena. Cuando las copas quedaron sobre la mesa. Ohn besó en la mejilla a su hijo mayor y lo abrazó con fuerza.



—Muchas felicidades.

—Gracias, papá.



Los leves susurros compartidos, mientras duró el abrazo hizo a Yunho anhelar un poco la época con su padre, aquellos momentos del pasado que eran como un recuerdo hermoso en sus memorias. Todos tomaron asiento en sus respectivas mesas. Y a Yunho no le extrañó cuando Rye se sentó junto a él para platicar.



Jaejoong no lo había dicho pero era obvio que estaban saliendo. Y Rye no podía dejar pasar la oportunidad para conocer a aquel que había logrado que Jaejoong sacudiera de su vida aquel desamor del pasado con tanta facilidad.



—Por cierto, no olviden que en unas semanas es la inauguración de la fusión de los restaurantes a cargo de Siwon y Heechul. Esperamos verlos a todos ahí.



Ohn en ese momento por fin se sentó. Observando a Junsu platicar con Eunhyuk. A Changmin mirando a ratos a Minho en la otra mesa con su familia. Y a Jaejoong tratando de liberar a Yunho de la platica con Rye. Negó con una sonrisa en el rostro.



Extrañado por no ver a los hermanos Park ahí, pero tal vez era lo correcto. Ambos ya habían saludado a Jaejoong y un par de invitados, tal vez tanto Yoochun como Mir sabían que lo mejor para Junsu era un poco de distancia y tiempo.



—Y bien, Eunhyuk hace mucho que no te veía por aquí.



El muchacho rubio asintió, con una sonrisa en el rostro.



—Lo sé, señor. He estado terminando mis estudios en el extranjero.

—Oh, claro tú ya este año te gradúas. A Junsu todavía le falta tanto, como unos cuatro años más o menos con especialización y todo. Medicina es una carrera tan extensa



Junsu asintió. Con una pequeña sonrisa en los labios. Lo suficiente como para aliviar un poco el alma de su padre.













—¡Yoochun!



Unas semanas después, Yoochun ya no pensaba tanto en Junsu, su mente se había escapado entre las obligaciones a medio tiempo en los restaurantes de la familia de Heechul, quien por suerte le había ofrecido trabajo dentro de su planta de empleados, los estudios acaparaban gran tiempo también. Se podía decir, que había alcanzado cierto grado de estabilidad.



—Dime.



El muchacho que hubiera gritado su nombre hace unos segundos se acercó algo agitado por haber corrido hasta él. Con una sonrisa en el rostro.



—Pensé que no te alcanzaría. Los muchachos están organizando una salida para todos los del salón. ¿Qué dices?

Yoochun suspiró, bajando un poco los hombres. –Hoy es imposible. Es la inauguración de los restaurantes para los que trabajo. Lo siento.



El muchacho únicamente torció un poco los gestos.



—Tú nunca puedes, Yoochun.

—Soy un hombre trabajador, a diferencia de ti.



El joven rodó los ojos. Con una risa divertida. –Está bien, nos vemos mañana en clase entonces.— Yoochun asintió viendo a su compañero marcharse. Comprobó la hora en su reloj y supo que era hora de irse, había muchas cosas que debía hacer antes de la inauguración.













—De acuerdo, muchas gracias por la entrevista.

—De nada, gracias a ustedes.



La joven reportera sonrió agradecida, marchándose junto al camarógrafo para poder captar todo lo que había en aquel gran y elegante restaurante de la familia de Ohn y la de Heechul. Que hoy daba su esperada inauguración.



Heechul sonrió complacido, arrimándose un poco en Siwon.



—Todo ha salido perfecto.

—Lo sé. Ha sido mucho tiempo de trabajo.



Siwon suspiró un poco, revisando el pequeño mail que le había llegado. Lo cual no pudo terminar de hacer cuando la mano de Heechul se colocó sobre la pantalla del celular.



—Deja de trabajar, disfruta de la recepción.

—Chul… Sabes que es importante.



Heechul levantó un poco los hombros. Bajando un poco más el celular. Y la sonrisa de Siwon apareció, cediendo ante la petición de Heechul y mirando su rostro por largo rato. Cuando otro de los reporteros se acercó. Las sonrisas aparecieron, entre las preguntas y suaves palabras de agradecimiento por estar ahí.













Mir estaba harto de hacerle de cobertor para esos dos. Aunque era un poco difícil de entender como había llegado hasta aquella situación, pero él no se molestaba demasiado en lo que hacía.



Únicamente tenía que encargarse de que nadie se acercara a aquella puerta lateral que había en el salón de recepción y hasta ahora había cumplido a cabalidad con aquello. Por supuesto, hasta que la figura elegante y sobria de Rain lo distrajo.



Lo había visto en la mañana, durante la hora de clases en la que su relación seguía siendo la misma. Él siendo el estudiante, y Rain el excelente profesor que era. Las cosas no cambiaban y Mir extrañaba esos momentos en los que Rain lo llevaba a algún lado.



De pronto el mayor se había alejado por completo. Lo trataba como un adulto más, no habían sonrisas, no habían complicidades. No había absolutamente nada. Solo el trato cordial que siempre habían mantenido.



—¡Deja de ser tan baboso!— Mir se quejó, el golpe que Yoochun dejó sobre su cabeza lo hizo quejarse un poco. Entre la gente que había en la dichosa recepción a la que lo habían intentado. –Ya te lo he dicho, demasiado mayor. Ni lo pienses.



Yoochun, vestido con su traje y chaleco lo miró fijamente.



Tratando de aseverar sus palabras antes de continuar con su trabajo.



Mir suspiró, mirando el reflejo de Rain a lo lejos, olvidando de pronto por qué se encontraba ahí.













—Han hecho un increíble trabajo.



Jaejoong asintió, cómodamente sentado junto a Yunho en una de las mesas. La gente parecía maravillada con todo el lugar. Y Yunho en cambio únicamente jugaba con el anillo de Jaejoong que tenía en uno de sus dedos. Observándolo con atención, llamando la atención de Jaejoong.



—¿Qué sucede?

—Te queda bien el anillo.



Jaejoong sonrió ante la declaración de Jung, y lo fija que tenía la mirada en el anillo. Vio entonces el indicio del collar en el cuello de Yunho y sonrió un poco más.



—Cien dólares, por tus pensamientos, Yunho.



Jung sonrió, suspirando un poco e irguiéndose desde su lugar, mirando a Jaejoong a su lado.



—Aunque los tuvieras en efectivo, aquí y ahora. No te lo diría.

Jaejoong hizo un puchero. —¿Por qué?



—Por que es un secreto.



Jaejoong rodó los ojos, y Yunho suspiró, colocando su mano sobre la de Jaejoong y apretándola un poco. Deslizando su mirada por entre las personas. Aún le falta un poco de valor, solamente por que le parecía que era muy poco tiempo para poder preguntar lo que deseaba.













Rye caminó con paso firme.



Lo sospechaba desde que no podía encontrar a su hijo desde hace más de media hora, y Yoohee, la madre de Minho a su lado solamente lucía divertida con la situación. Caminando entre las personas hasta la dichosa puerta.



Cuando con llave en mano finalmente pudo abrirla, Minho abrió mucho los ojos y ahogó una exhalación de sus labios.



—¡Mamá!

—¿Qué diablos haces jugando a las escondidas Minho?



Choi solamente bajó un poco la cabeza, alejándose de Changmin quien hasta hace un rato lo había tenido abrazado. Sin embargo la mirada que Rye le envío a su hijo fue directa y Shim supo que mejor guardaba silencio.



¿Dónde se había metido Mir?



—¿Me tengo que alejar de Changmin?

—Todavía estás castigado, si.



Changmin rodó los ojos, cruzándose de brazos. –Esto es ridículo, ustedes ya perdonaron a Yoochun.

—No por eso cambia lo que hicieron.



Minho soltó un suspiro, besando velozmente los labios de Changmin antes de terminar por salir del estrecho lugar, Rye mantuvo su mirada seria antes de rodar los ojos y volver a involucrarse con los invitados.



Changmin supo que ya no tenía edad para andar con esos jueguitos y sin embargo no podía dar un paso hacía atrás. Lo único que les había faltado era gritar “Nunca nos van a separar, te amo” antes de que Minho se marchara junto a Yoohee.



Pero era hasta cierto punto divertido. Cerró la puerta con cuidado y suspiró, con una pequeña sonrisa en los labios.











—Bienvenido, sigan la mesera los ubicara en una mesa.



Los comensales asintieron y Yoochun anotó en el pequeño registro cada cosa respecto al ingreso de las personas en el lugar. Se encontraba un poco cansado. La inauguración había empezado a las siete de la noche, eran casi las nueve y la gente no paraba de llegar.



Le dolía un poco el cuello e inclusive el hombro derecho.



Pero todo malestar desapareció en cuanto vio a Junsu bajar de su auto y entregarle las llaves al ballet. Se había acostumbrado tanto a dejar de verlo a dejar de pensar en él. Que verlo luego de tantos días le parecía tan extraño.



Caminaba hasta él, justo hacía la entrada y su corazón latió desbocado.



Tras ese fino traje negro, Junsu lucía incluso animado, como si estos días sin él le hubieran resultado tremendamente bien. A diferencia de a él. Junsu de repente miró en su dirección, alzando uno de sus brazos, con una gran sonrisa en el rostro. Reconociéndolo de entre tanta gente.



Yoochun perdió su perspectiva, se sintió extraño, confundido.



Junsu caminaba, cada paso más cerca. Y Yoochun podía incluso escuchar el latir de su corazón a cada paso que Junsu daba.



—¿Dónde estabas? Estuve aquí en punto.— Pero justo detrás de él, casi rozando su brazo apareció aquel muchacho rubio que acompañaba a Junsu en la fiesta de Jaejoong.

—Lo siento, Eun. Había mucho tráfico y de paso no encontraba nada cuando estaba a punto de salir.



Junsu en ningún momento había estado caminando hacía él.



Eunhyuk abrazó a Junsu, con una confianza absoluta y Yoochun sintió ese retorcijón de celos fastidioso en su interior. Bajó un poco la cabeza, tratando de desviar la mirada, para que cómo la vez anterior, Junsu ni notara que se encontraba ahí.



—Bueno, ya entremos que muero de hambre.



Junsu asintió. Con esa inusitada felicidad que cargaba en los últimos días. Incluso avanzó esos pequeños pasos donde se encontraban los meseros dispuestos a guiar a los comensales.



—Bienvenidos. Los meseros los guiaran a una mesa agradable.



La voz de Yoochun sonó cerca, Junsu giró directo hacía él. Park estaba ahí, con el rostro bajo, fingiendo que leía algo en el pequeño libro entre sus manos, como si en verdad no supiera que él estaba ahí.



Eunhyuk pareció notar su repentino cambio de ánimo y se detuvo. —¿Sucede algo?— Pero Junsu solo sonrió una vez más, y negó ligeramente, volviendo a emprender su camino, ante la mirada de Yoochun que ya se había levantado hacía él.



Era mejor así, las cosas estaban mejor así.



Al menos Junsu quería convencerse de ello.













—Esto es estúpido madre. ¿Por qué no puedo ver a Changmin ni siquiera en las fiestas de la familia?

—Por que estás castigado.



Minho rodó los ojos, cruzado de brazos, en aquella mesa en la que su madre degustaba un poco uno de los postres que había pedido. Hasta que claro, Siwon apareció de repente con esa sonrisa radiante en el rostro que decía a gritos que no iba a dormir en casa.



—Mamá sé que te prometí quedarme a dormir esta noche en casa, pero saldré con Heechul a celebrar lo de la inauguración y nos quedaremos en mi departamento.

—Está bien hijo, avísame cuando vayas a quedarte entonces. Por cierto pregúntale a Heechul, cuando vienen a cenar nuevamente que tu padre amó su charla con el padre de Heechul.



Siwon sonrió atento, notando la manera en la que su hermano menor torcía sus gestos, fingiendo que hablaba o más repetía burlescamente sus palabras.



—Está bien yo le digo, y tú deja de ser tan envidioso mocoso.

Minho bufó. –Si, claro Siwon puede llevar a Heechul a la casa, él puede quedarse donde le de la gana. Y yo que quede aplastado en el sillón pensando en la inmortalidad del cangrejo.



Yoohee únicamente movió su cabeza negativamente, sacudiendo un poco su mano. Restándole importancia al asunto, Siwon sonrió. Volviendo a levantarse para vigilar que todo estuviera bien, pero Minho, él únicamente suspiró. Resignado a quedarse ahí un par de minutos más.











Cerca de las once de la noche el lugar se encontraba casi vacío, excepto por las personas que aún laboraban de un lado a otro, recogiendo las pocas cosas que faltaban. Heechul y Siwon se habían marchado hace unos minutos.



Y Yoochun esperaba un rato frente al piano, por Mir que había decidido ir al baño antes de salir a casa. Sus dedos tocaban a largo plazo las notas de una canción vieja de la cual él ya no recordaba el nombre. Con un pequeño suspiro en los labios.



—¿Aún por aquí?



Jaejoong apareció desde la cocina, caminando junto a Yunho seguramente también de salida.



—Si, estoy esperando a Mir.



—Oh, ha sido un buen día. Espero que los demás sean igual de buenos.— Yoochun asintió con una débil sonrisa en el rostro. Con la imagen de Junsu aún muy grabada en su memoria. Y Jaejoong pareció comprenderlo. –Eunhyuk es un viejo amigo de la familia, muy unido a Junsu, pero ellos únicamente son amigos, casi hermanos. No se han visto en un par de años y seguro por eso se la pasan de arriba para abajo juntos. No te preocupes de más.



Yunho le regaló una sonrisa también, antes de marcharse junto a Jaejoong del lugar y Yoochun suspiró, como si Jaejoong hubiera leído sus pensamientos y saber aquello le hubiera aligerado el alma.



—Listo, vámonos.



Mir apareció, tranquilo casi sin sospechar la verdadera razón por la que su hermano se encontraba tan cansado.



—Nos vamos en taxi, no me dan ganas de andar en bus.

—Que refinado, Yoochun.

—No seas idiota.



Yoochun sonrió ante la voz burlona de su hermano, pasando uno de sus brazos por encima de sus hombros, escuchando la parolata del menor mientras le comentaba todas las cosas raras que había visto en la gente con demasiado dinero. Tratando de despejar un poco su mente, que hoy había estado saturada de Junsu.













—¿No crees que deberías hablar con él si tanto lo extrañas?



Cuando Eunhyuk habló de repente, Junsu ni siquiera se tomó la molestia de mostrarse sorprendido. Únicamente continuó detrás de aquel pilar mirando la imagen de Yoochun y Mir saliendo del salón de recepciones.



Recordaba esa canción, recordaba perfectamente que Yoochun en algún momento la habría tocado para él, y un suspiró abandonó sus labios. Contemplar a Park no había sido buena idea.



—No lo extraño, solo…

—Solo crees que te equivocaste al alejarlo.



Junsu giró hacía su amigo, observando su rostro comprensivo mientras extendía sus brazos dispuesto a recibirlo entre ellos. Como un gesto de apoyo total. Y Junsu se dejó abrazar, con una exhalación que no pretendía ser repentina.



—No sé que hacer con mi vida, Eun.



Eunhyuk únicamente afianzó un poco más el abrazo. Dejando que Junsu se relajara un poco. Que sintiera un poco menos de presión. Y al menos en un poco más de tiempo. Tomara la decisión correcta.













—¿Ya estás aquí?



Minho se asomó por el balcón de su habitación, aquella habitación que daba directo a los jardines de su casa, y sonrió en cuanto vio a Changmin en la planta baja sacudiendo un poco su brazo.



Guardó el celular en el bolsillo trasero de su pantalón y respirando hondamente empezó a bajar, apoyándose en los adornos peculiares de su casa, como podía, lo mejor que podía tratando de no perder el equilibrio.



—Con cuidado…



El susurro de Changmin lo hizo alertarse, y cuando finalmente tocó tierra firme, exhaló aliviado. Con una mano en el pecho y una sonrisa en los labios. Changmin había caminado hasta él, y lo había abrazado con fuerza.



—Esto es ridículo.— Murmuró Minho entre los brazos de Shim. –Estamos jugando a ser Romeo y Julieta. Y yo de ningún modo soy Julieta.

—Ni yo Romeo, así que cálmate.



Changmin lució divertido con el comentario del menor que cuando finalmente se alejó volvió a suspirar, tomándolo de la mano para que pudieran sentarse un poco más escondidos dentro del jardín.



—Es increíble como hace un tiempo estábamos a punto de casarnos y ahora estamos así.



Minho había bajado un poco la cabeza, pero Changmin de inmediato había posado una de sus manos sobre las de él.



—Todo mejorará, en algún momento. Mientras tanto podrías mejorar tus habilidades de escalinata.

—O podría ir yo a tu casa, y verte bajando un piso entero por las paredes.



Changmin se negó de inmediato, pasando uno de sus brazos por los hombros de Minho quien solo bostezó un poco. Seguramente cansado por el día ajetreado que habían tenido. Esos pequeños minutos juntos que se les había vuelto costumbre, era lo único que tenían ahora.













—¿Tu crees que ya es hora de dejarlos en paz?



El comentario de Yoohee salió despacio, parada junto a su esposo en el gran ventanal que les daba una vista perfecta del jardín ahí donde aquellos dos muchachos parecían conversar un poco y abrigarse del frío entre abrazos.



Taesung únicamente levantó un poco sus hombros. –Ah, yo no sé nada. Mejor vayamos a dormir.— Cuando vio a su esposo empezar a retomar el paso hacía su habitación, Yoohee sonrió divertida, al menos por hoy, pensaban dejar pasar por alto el haberlos visto juntos y a escondidas en el jardín.





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—¡Pero si pareces una niña! Tan delicado y delgado. ¡Eun! Hasta nombre de niña tienes.



Junsu arrugó el entrecejo visiblemente molesto en cuanto vio a ese grupo de niños de quinto grado molestando a su nuevo compañero de salón. Es cierto que no había siquiera cruzado palabras con el tal Eunhyuk, pero tampoco era justo que lo molestaran de esa forma.



—¡Oigan, ustedes! ¡Déjenlo en paz!



Se acercó fuerte y altivo, encarando a los niños que eran un año mayor a él. Con su rostro molesto y los puños apretados.



—No te metas en esto Kim.

—Me meto por que Eunhyuk no les ha hecho nada, así que dejen de fastidiarlo.



Los niños lo miraron fijamente. Analizando las posibilidades. Y si bien era cierto que Junsu, en sus diez años no intimidaba demasiado, al menos con sus hermanos si podía provocar un poco de intimidación.



Los niños empezaron a alejarse y Eunhyuk miró curioso al muchacho de rasgados ojos que ahora le sonreía e incluso le ofrecía su mano para levantarse.



—Mucho gusto, mi nombre es Junsu.

—Eunhyuk… Y muchas gracias por quitarme a esos abusones de encima.



Junsu sacudió un poco su mano.



—Únicamente tienes que saber ponerlos en su puesto, el resto viene por añadidura.



Junsu estiró su mano hacía él, con esa estupenda sonrisa en el rostro.



—Entonces, Eunhyuk. ¿Quieres ser mi amigo?



El muchacho frente a él pareció dudar unos segundos, pero luego sonrió enormemente y asintió efusivo, estrechando su mano en el proceso.



—Me encantaría.

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