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Arualthings

Tradición Familiar - Cap. 15

Por la mentira de creer que haciendo daño, mi dolor es menor.


Mir empezaba a entrar en los catorce años cuando descubrió que Yoochun tenía un problema con la bebida.



Su hermano pasaba horas fuera, y cuando llegaba, lo hacía muy bebido, no le hacía un escándalo, pero se encerraba en su habitación y desde afuera Mir podía escuchar los lamentos de su hermano.



Lo había escuchado incluso reclamarle a sus padres por abandonarlos, por haber muerto y dejarlos con esa agonía, muchas veces, Mir se sintió como un peso para su hermano, pero al siguiente día Yoochun le pedía perdón por mortificarlo. Volviéndolo todo un horrendo circulo vicioso.



—Tienes que dejar de beber, Yoochun.

—Mir no fastidies con eso ahora.



—¡Tienes un problema con la bebida, Yoochun! Además, no puede ser sano emborracharse todos los días de esa forma. Por favor…

—No tengo ningún problema, Mir. Ahora, ve a estudiar.



No es que le costara obedecer a su hermano mayor, pero desde que Yoochun había decidido dejar la Universidad apenas a unos meses de haber empezado. Mir vivía consternado por lo que harían de ahora en adelante.



A Mir no le interesaba tener todo los lujos que el trabajo de Yoochun les proporcionaba. A veces se lamentaba de que Yoochun ganara tanto, por que era con ese mismo dinero, con el que bebía de más. Y Mir no sabía como ponerle un alto a eso.





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Yoochun dejó que el olor de la comida recién preparada inundara el departamento, respiró profundo, cerrando los ojos y dejando que ese olor casi suave que podía percibir se internara en su ser. Sonriendo complacido por lo bien que todo le había quedado.



No era un experto en la cocina, en realidad pocas veces cocinaba, sencillamente cosas como esas no eran lo suyo ni de cerca. Pero solo por hoy estaba haciendo un esfuerzo. Cuando el celular comenzó a sonar incesante, se acercó hacía donde estaba.



El nombre de Mir se asomaba, junto con varios mensajes pidiendo que le contestara. Era extraño, a menos que fuera algo verdaderamente importante Mir no lo llamaría con tanta urgencia. Entonces cuando el celular recibió otra llamada, decidió contestar.



—¿Mir?

—¡Yoochun! ¿Por qué diablos no me contestabas?



Yoochun arrugó el entrecejo. Mir nunca le hablaba de esa forma.



—¿Qué sucede?



—¡Es Junsu! Vino a buscarme, lo sabe Yoochun. No sé como pero se enteró de todo, del dinero que te pagaron Changmin y Minho para que estuvieras con él, y está muy molesto. Me habló muy feo… De seguro está camino a buscarte.



Casi no tuvo tiempo para reaccionar, mucho menos para poder dejar que algún pensamiento estable cursara por su mente, menos cuando el timbre en su departamento se escuchó con fuerza, y el por instinto giró hacía la puerta.



—¿Eso fue el timbre? Yoochun ten cuidado, él en serio está muy molesto. No cometas una estupidez…



Lo que fuera que su hermano le estuviera tratando de decir en ese instante quedó a medias. Yoochun cortó la llamada y con el corazón latiendo vertiginosamente contra su pecho se acercó a la puerta.



No lograba canalizar por completo el estado en que pudiera estar Junsu, ni siquiera podía reaccionar concretamente con el hecho de que lo amaba, y seguramente en este instante Junsu lo estaría despreciando.



Todo estaba sucediendo demasiado rápido como para que él pudiera reaccionar.



Por eso cuando abrió la puerta y lo miró, con el flequillo tapando un poco su rostro agachado, Yoochun pensó que Junsu se echaría a llorar frente a él, terminando de romperle el corazón.



Pero contrario a eso, Kim levantó la mirada, con una sonrisa extraña en el rostro. Mirándolo tan fijamente, que ese hueco que sentía en el estómago, pronto atacó sus sentidos y le hizo entender que Junsu no era tan débil como para echarse a llorar a reclamarle como lo había supuesto.



Y no saber que terreno estaba pisando con Junsu, lo angustió.













Mir cerró el celular, observándolo fijamente, preocupado.



Yoochun había apagado el celular, y estaba casi seguro que ese que acababa de tocar el timbre en el departamento era Junsu. Sus sentidos pugnaban por ir al departamento y tratar de ayudar a su hermano a que se explicara y no cometiera una estupidez.



Pero al mismo tiempo, sabía que no podía involucrarse más allá de lo debido, por que Yoochun tenía que enfrentar a Junsu solo y sin embargo la culpa compartida lo llevaba a querer hablar con Junsu, pedirle disculpas.



¡Demonios! No quería quedarse sentado esperando a que las clases terminaran para saber que ha pasado con esos dos.



—¿Mir?



La voz de Rain lo tomó por sorpresa, levantó la mirada presurosamente, su profesor estaba parado en la puerta del salón, con varios libros entre las manos y la mirada un poco confundida.



—¿Qué haces en el salón? Se supone que están en receso.

—Es que… necesitaba un tiempo para pensar.



Una mentira a medias fue lo único que pudo cruzar por su cabeza en ese instante, una que cubriera en parte ese nerviosismo que le provocó ver de pronto al mayor.



—Más bien te ves preocupado.

—Tengo un par de problemas en casa.

—Oh, ¿quieres hablar sobre eso?



Le pareció tan extraño tener a Rain a su disposición. Para escucharlo como cualquier profesor lo haría. Sabiendo que en el fondo, lo menos que quería era verlo como un profesor dentro de la plantilla. A pesar de la imagen de aquella mujer aferrándose a él con fuerza.



—No sé… Yo solo…



De repente Rain había ingresado al salón, dejando los libros sobre el escritorio, sentándose frente a su asiento. Mirándolo atentamente, escuchando sus palabras. Y Mir volvió a sentirse como un idiota, por que sus palabras se perdieron entre la mirada de Rain y su propio nerviosismo.



—Adelante, te prometo que esto quedará entre nosotros.



—Cuando uno le miente a una persona, al principio sin malas intenciones, por el bien de alguien más y si en el camino yo saco un beneficio… Esa persona a la que le mentí, ¿puede perdonarme?



Rain arrugó el entrecejo, apoyando la barbilla en sus brazos, mirándolo antes de suspirar.



—Mentir nunca es bueno, tú puedes decir que lo hiciste sin mala intención, pero esa persona siente que todo a su alrededor no existe. Como si hubiera sido el único real en medio de la situación. Lo hace dudar de ti, de lo que has tejido a su alrededor.



—Pero… ¿Y si yo nunca quise hacerle daño?

—Igual mentiste, para bien o para mal. No disminuye el daño que le has provocado.



Mir bajó la cabeza, apretando sus manos y tratando de mostrarse tan visiblemente afectado, mordiendo su labio inferior y con el ceño un poco fruncido.



—¿Le has mentido a tus padres?

—No… mis padres murieron hace mucho. Vivo solo con mi hermano mayor.

—Oh, lo siento. No sabía.



Mir asintió, y las manos de Rain sobre las suyas lo hicieron sobresaltarse un poco, pero el mayor solo le sonrió.



—Intenta hablar con esa persona, pero deja que un poco de tiempo pase, para que se calme y pueda o quiera escucharte, antes no. Por qué solo lograras salir herido.



El contacto breve terminó antes de que Mir siquiera pudiera captar que en realidad había pasado. Rain se levantó de su asiento y caminó de regreso al escritorio por sus libros. Mir lo observó alejarse del salón, con el mismo paso tranquilo con el que seguramente había llegado.



Y un suspiro abandonó sus labios.



¡Oh, demonios! Le gustaba Rain.













Era extraño.



Tener a Heechul sentado en su sala como tantas veces, en esta ocasión le sabía o a desastre o a reivindicación y Siwon no estaba muy seguro de cual de esas dos se trataba. Kim apretaba sus manos, un poco nervioso tal vez.



—Heechul… ¿por qué estas aquí?



La mirada que él le envío en ese momento fue diferente, estuvo llena de una seguridad muy endeble. Pero al mismo tiempo era como si Heechul tratara que lo entendiera tan solo con mirarlo. Y así lo pudiera hacer, Siwon no quería conformarse, quería escucharlo. Quería que Heechul por primera vez se esforzara.



—¿Me vas a hacer decirlo?

—Si, Heechul.



Era cuestión de tiempo, Heechul sabía que no podía permanecer callado demasiado tiempo, esperando que Siwon lo entendiera, cuando él le había hablado sin problemas, con esfuerzo pero había terminado por decirle todo lo que pasaba por su cabeza.



Y Heechul sabía que de algún modo debía decir al menos la mitad de lo que pasaba por su cabeza.



—No debería ser tan difícil.

—Tú lo haces difícil, Heechul. Cierra los ojos.



—¿Qué?

—Solo cierra los ojos.



Heechul respiró profundo y decidió obedecer. Pronto sintió las manos de Siwon sobre sus hombros, presionando apenas su piel.



—¿Para que viniste hasta acá, Heechul?



Kim apretó sus puños, con un pequeño silencio que por suerte no se extendió por demasiado tiempo.



—Necesitaba hablar contigo… quería decirte que…

—Tranquilo, solo respira y dime exactamente lo que está pasando por tu cabeza.



Heechul apretó los labios y exhaló con fuerza. Con su voz resonando con fuerza en la cabeza.



—Tenía miedo… TENGO miedo, mucho más del que puedo aceptar. Amar a alguien me asusta en niveles insospechados. Siempre intenté que eso no pasara, que mis sentimientos se bloquearan hasta el momento en que yo decidiera que debía enamorarme. Pero las cosas no sucedieron como yo esperaba.



Siwon soltó lentamente los hombros de Heechul, volviendo a sentarse frente a él en el sillón. Notando como Heechul poco a poco empezaba a abrir los ojos, con un gesto un poco suave en las facciones.



—No sé si es amor lo que siento, Siwon. Por que no lo conozco, por que siempre lo he repelido de mi vida. Pero si estoy aquí pidiéndote que no te alejes de mí, que me des una sola oportunidad. Cariño precisamente no te tengo, ¿cierto?



Siwon sonrió un poco, cruzando sus brazos y viendo la expresión un poco más relajada en Heechul.



—¿Esa es tu declaración de amor Heechul? ¿No has escuchado suficientes como para estructurar una mejor?

—Soy autentico. Esa es mi confesión de amor, si.



Ocurrió con un leve movimiento, Siwon se acercó un poco y Heechul no se movió demasiado. Con el rostro de Choi invadiendo su espacio personal, sin apenas tocarlo.



—No eres muy sentimental ni romántico, Heechul.

—Tú tampoco, Siwon.



Heechul cerró los ojos, cuando vio los labios finos de Siwon acercarse a los suyos, y la precipitación de sentir sus besos una vez más repercutió en todo su cuerpo. Sacudiendo sus sentidos y haciéndolo esperar demasiado para su gusto.



—Dilo…

—¿Tengo que?

—Si, dilo…



Siwon hablaba y sus labios tocaban los suyos, provocando demasiadas cosas en Heechul. Logrando incluso que no pudiera canalizar un pensamiento adecuado más allá de la forma en que bombeaba su corazón.



—…Te amo.



Cuando la confesión salió de sus labios, con más naturalidad de la que había pensado. Se sintió reconfortado, como si de pronto su pecho estuviera libre de cualquier atadura, y los labios de Siwon explorando a los suyos fue el detonante perfecto para la ebullición de sentimiento que galopaba entero su ser.



Sus manos viajaron hacía el cuello de él, atrayéndolo un poco más a su cuerpo. Con sus bocas en una misma sintonía, disfrutando de ese contacto que por primera vez sabía a libertad. Heechul sabía que aún le costaría seguir diciéndolo, tanto como a Siwon le costaba.



Pero podía acostumbrarse a eso, a lo suave que salían esas dos palabras de su boca. A ese sentimiento de llenura que lo invadía. Y a los labios de Siwon reclamando su boca como suya.



Podían ambos acostumbrarse, a los niveles insospechados del amor.













Yoochun vio a Junsu ingresar al departamento.



Con sus pasos suaves y lentos, inspeccionando el lugar como si fuera la primera vez que ingresaba. Tenía tantas cosas que decirle, explicaciones que darle. Pero justo en ese momento ningún pensamiento funcional podía ser expresado. Por eso decidió mientras tanto cerrar la puerta.



Junsu paseó la yema de sus dedos sobre la mesa, sobre el mantel donde reposaban los platos y la comida recién servida.



—¿Ibas a cenar? ¿Esperabas a alguien?

—Iba a llamarte. Junsu escucha…



—Oh, ¿en serio?— Las pocas palabras de Junsu, repletas de un sarcasmo asombroso, hicieron a Yoochun detenerse antes de acercarse. –Que casualidad que haya llegado antes de que me llamaras entonces. Eso quiere decir que nuestro amor es sorprendente. Estamos conectados, Chun.



Yoochun respiró profundo, viendo como Junsu empezaba a servirse un poco del vino en una de las copas. Bebiéndolo lentamente, como si saboreara con cuidado, arrugando un poco la nariz y dejando de beber de inmediato. Arrojando la copa contra el suelo, los cristales rompiéndose y el líquido manchando la alfombra.



—¿Esto es lo único que pudiste pagar? Es un vino muy barato, asqueroso en realidad. Creí que mi hermano y su prometido te estaban pagando lo suficiente.



Esa, fue la primera estaca directa a su pecho. Las palabras hirientes y los gestos que martillaban su propia alma. La mirada penetrante de Junsu, alteraba su propia calma y convulsionaba el temor que se esparcía dentro de él.



—Junsu yo…

—¿Esta cena es para mi, cierto?



—Si… bueno, yo la preparé para los dos… Junsu necesito que me escuches las cosas…

—Entonces, si la cena es para mí, puedo hacer lo que quiera con ella, ¿cierto?

—Supongo pero…



Antes de que pudiera continuar con lo que pensaba decirle a Kim, tuvo que retroceder instintivamente. Junsu había agarrado el mantel con fuerza, jalándolo sin reparo. Logrando que todo lo que había sobre la mesa terminara en el suelo. Provocando un escándalo indebido.



Con la comida regada en el piso, la loza rota y el vino esparciéndose por aquella alfombra café que hace mucho había comprado. Yoochun estaba con los ojos abiertos. Demasiado sorprendido para concebir aquella acción tan agresiva por parte de Junsu.



Justo antes de que levantara la mirada Junsu ya había caminado hasta él, con una fuerza abrumante lo había agarrado del cuello, estrellándolo contra la pared e incluso alzándolo un poco. Cortando desconsideradamente su respiración.



—Dime Yoochun, ¿cuánto valgo?

—Junsu… basta…



Sin embargo, Junsu solo apretó el agarre en su cuello. Yoochun alcanzó a poner las manos sobre las de Junsu, sin muchas intenciones de apartarlo bruscamente.



—¿Cuánto Yoochun?

—¡He dicho que ya basta Junsu!



Entonces lo empujó, por que el agarre de Junsu empezaba a ser más allá de lo que podía soportar. Junsu retrocedió varios pasos, pasando una mano por entre su cabello y con una media sonrisa en el rostro.



—¿Cuánto? ¿Diez mil? ¿Veinte mil? ¿Cincuenta mil?



Yoochun pasó una mano por su cuello, sobando el lugar donde Junsu seguramente había dejado una marca. Su piel tan blanca no le permitía ataques tan agresivos como esos.



—Necesitamos hablar Junsu, pero mientras no te calmes no podremos hablar…

—¡¿Cuánto te pagaron, maldición?!



El grito de Junsu resonó con fuerza. Yoochun apretó los puños, buscando necesariamente esa botella con whisky que tenía reservada desde hace años. Abriéndola sin reparo y bebiendo directamente de ella.



Con el líquido quemando todo el trayecto hasta su estómago y la mirada intensa de Junsu sobre si.



—Veinte mil…



Junsu soltó una pequeña risa, alborotando sus cabellos.



—¿Veinte mil? ¿Tan poco? Que triste en realidad…

—Junsu ahora si, por favor hablemos.



—¿Hablar? Por supuesto que no, esta será la última vez que me veas la cara Park Yoochun. Así que voy aprovechar mi regalo como es debido.



Primeramente Yoochun se sintió confundido, sin entender lo que Junsu quería decirle. Menos cuando lo agarró por la camisa, jalándolo directo a la habitación. Sintió las manos de Junsu abriendo su camisa con fuerza, sin gestos suaves o dulces. Solo agresivos.



—Detente, Junsu.



La amenaza que salió de sus labios, pareció no importarle a Kim, por que pronto atacó su boca. Con vertiginosa efusividad. Invadiendo su boca sin cuidado. Con el sabor a licor entremezclándose inadecuadamente. Yoochun descubrió entonces que Junsu también había estado bebiendo, no demasiado pero si lo suficiente para que el sabor fuer palpable.



—Junsu…

—No puedo creer que te hayas vendido, pero seré sincero. Has sido el mejor regalo que Changmin me ha hecho.



Yoochun tuvo tiempo de arrugar el entrecejo en cuanto las manos de Junsu se colaron dentro de la camisa, en el mismo rato que lograba sacársela por completo. Revolviendo sus cabellos y volviendo a besarlo.



Sentía que podía perderse fácilmente entre esas caricias y besos desprovistos de cuidado o amor. Entregarse a la pasión que Junsu podía despertar en él con facilidad, pero aún así estaba esa parte de si mismo que lo sentía hundirse cada vez que veía esa mirada dura por parte de Junsu. Como si no sintiera absolutamente nada por él.



—Tenemos que hablar, ¡deja de mirarme así demonios!

—¿Así como?



Junsu sonrió divertido, echándolo contra la cama y rápidamente posicionándose sobre él. Con esos labios rojos e hinchados por los besos demandantes.



—Así como si solo fuera un bastardo para ti.



—Oh, mi querido Yoochun. Pero si tú solo eres un regalo de veinte mil dólares que mi hermano y su prometido me compraron. Y antes de irme quiero utilizarte como es debido. No deberías mostrarte tan ofendido, antes lo hacías, ¿cual es la diferencia ahora?



—Que yo te amo, maldición.



Junsu golpeó con fuerza la cama, a unos centímetros de la cara de Yoochun.



—¡Deja de mentir! Antes fuiste un gigoló, ¿no? Te vendiste por veinte mil, perfecto. Entonces deja cobrarme esos veinte mil como es debido. Por que no me gusta que mi hermano gaste tanto dinero solo por que sí.



Yoochun gimió adolorido, en cuanto sintió los dientes de Junsu clavarse con fuerza en su cuello, lastimándolo. Hábilmente llevó sus manos hasta el pecho de Junsu. Apartándolo sin miramiento. Sus palabras estaban doliendo más que esa herida que ahora reposaba en su cuello.



—Ya basta, deja de tratarme como si fuera un…

—¿Puto?— Junsu se carcajeó descaradamente. —…Pero si eso es lo que eres, mi amado Yoochun.



Casi ni lo pensó su mano cerrada viajó hasta el rostro de Junsu. Con fuerza, arrepintiéndose en el momento exacto en que tocó esa piel y luego vio el delgado hilo de sangre escurrirse por el costado de la boca de Kim.



—Junsu yo… no…

—¿Qué? ¿Ahora me vas a decir que no me deseas? ¿Que eres heterosexual, que tienes moral?



Junsu limpió con una mano el hilo de sangre que corría por su propia boca, con una sonrisa ladina en el rostro. Yoochun apretó sus puños sobre la cama.



—Escúchame, Kim Junsu. Tu y yo nos podemos acostar cuantas veces quieras, por que si, te de deseo, te quiero… Más que eso. ¡Diablos, sabes que te amo!

—¡¿Amor?! No seas ridículo, la gente como tú no sabe lo que es eso.



Yoochun arrugó el entrecejo. Empezando a sentir una rabia irracional bullir dentro de él. Rápidamente cambió de posiciones. Colocando a Junsu bajo su cuerpo. Apretándolo contra el colchón de la cama. Observando esos ojos desafiantes.



—Tienes razón, eso es lo que soy. Y tú no has sido el primero ni el último que pagará una suma exorbitante por mi cuerpo. Eso es lo único que te interesa ahora, ¿no? Perfecto, entonces solo serás otro más dentro de mi cama.



Antes de que Junsu volviera a martillarlo con sus hirientes palabras Yoochun volvió a besar sus labios, presionándolos contra las de él. Junsu no lucía ni molesto ni dolido con lo que él acababa de decir. Solo se dedicó a pegarlo a su cuerpo, tocar su piel y apoderarse de los últimos rastros de alma que le quedaban.



Yoochun tuvo que cerrar su corazón en ese momento. Mordió sus labios innumerables veces para que esas dos invaluables palabras no se le escaparan cada que veía esos ojos. Perforó cada sentimiento con tal de que no se le escapara.



Sumido en el cuerpo de Junsu, en sus gemidos, y el toque de sus manos. Que se quedarían tatuados en su piel, como el recuerdo más vil e invaluable que guardaría en su memoria. Entregando su corazón como un idiota.



Con las consecuencias vertiendo sobre su espalda.













—¡No lo puedo creer! Nos vamos a casar, Changmin tenemos que pasar un fin de semana en alguna isla.

—¿Alguna isla? ¿Por qué no vamos a una ciudad de antigüedad?

—¡Que aburrido! Una isla, playa, mar… eso es sexy, verte en traje de baño es sexy.



Changmin sonrió en cuanto vio aquella expresión en el rostro de Minho, acercándose cuidadosamente a él, con sus labios evidentemente buscando los suyos. Pero antes de que aquello pasara, el pequeño toque en la puerta logró detener incluso la atmosfera.



—Adelante.



Yoohi ingresó a la habitación, nerviosa y con la mirada baja.



—Yoohi, ¿qué sucede?



Minho miró extrañado a la empleada que acaba de ingresar, mientras Changmin se le acercaba para ver lo que sucedía.



—Joven, tengo que confesarle algo. Pero le puedo jurar que lo que hice, lo hice sin una mala intención. Solo que… lo siento mucho, joven Changmin.

—Tranquila Yoohi, ¿qué fue lo que hiciste?



La mujer suspiró largamente, con su rostro compungido en uno de dolor antes de atreverse a mirar a Changmin a los ojos.



—Yo los escuché hablar con el joven Yoochun sobre lo del dinero que le habían pagado por que estuviera con el joven Junsu.— Inmediatamente Minho se levantó de la cama. –Yo se lo dije al joven Junsu y él todavía no llega. Salió muy molesto y ya han pasado varias horas. Estoy sumamente preocupada por él.



—¡¿Tú, hiciste qué?!



Minho saltó inmediatamente, con el entrecejo arrugado y evidentemente molesto. Enfrentando a la mujer que retrocedió avergonzada por la manera en la que incluso Changmin la miraba con molestia.



—Sé que debí hablar con ustedes primero, pero el joven Junsu…

—¡Simplemente no debiste hacer nada!



En cuanto Minho alzó la voz, Changmin puso una mano sobre su hombro.



—Yoohi, por favor márchate.

—Pero…

—Déjanos a solas, ahora.



Changmin enfrío sus expresiones, de una manera que a Yoohi no le quedó de otra más que asentir y salir de la habitación de Changmin. Escuchando apenas mientras se alejaba las voces de los dos jóvenes discutiendo dentro de la habitación.



—¡¿Cómo se ha atrevido?!

—Cálmate Minho, tenemos cosas más importantes en las que preocuparnos. ¿Dónde puede estar Junsu?



Changmin volvió a sentarse en la cama, y Minho pasó una mano por su rostro. Evidentemente preocupado por que todo parecía derrumbarse ante sus ojos ahora. Todo por lo que habían luchado. Empezaba a desmoronarse. Si Junsu abría la boca.













Jaejoong fue el primero en abrir los ojos.
El cuerpo de Yunho continuaba contra el suyo, levemente dormido a pesar de las horas y de que incluso todo el malestar propio del licor había desaparecido. Supuso entonces que ese dolor de cabeza era la resaca y que por suerte no tenía nauseas.



—Yunho, debemos ir a casa.



Jung se removió un poco, abriendo los ojos lentamente, asintiendo aún con el sueño apoderándose de él. Sin embargo, al encontrarse Jaejoong al volante. Lo único que hizo fue colocarse el cinturón de seguridad y acomodarse en su asiento.



—Vamos a mi departamento Jae…



Y ese pequeño susurro Jaejoong lo obedeció sin demasiado problema. Por que le dolía la cabeza, y sin duda alguna conducir hasta el departamento de Yunho que estaba relativamente cerca era menos difícil que conducir hasta su casa.



Pronto se encontró en aquel edificio, de fachada gris y blanca. Acompañando a Yunho hasta la puerta que se encontraba en visible peor estado que él. No fue difícil abrir la puerta y recostarlo en la cama.



De pronto se sintió cansado, deseando poder quedarse junto a Yunho lo que le restaba del día. Y como si hubiera leído sus pensamientos. Yunho tomó su mano con fuerza, guiándolo contra la cama.



—…Quédate conmigo por favor.



Ese pequeño tono de súplica que Yunho hubiera utilizado hizo que Jaejoong no lo pensara demasiado, se acomodó junto a Yunho en la cama y cerró los ojos. Sintiendo y esperando que de algún modo el dolor de cabeza disminuyera. Que la siesta reparadora funcionara.



Y que al menos, recordara por que ver el rostro de Yunho en esos momento alteró tanto a su devastado corazón.













El amor parecía haberse quedado olvidado.



Yoochun de pronto sintió un frío aterrador recorrerlo, su cuerpo desnudo reposaba junto al de Junsu, que envuelto por una sábana ahora le daba la espalda. No podía ver las expresiones de Junsu en ese momento, pero al menos sabía que no dormía.



Su mano, desobediente se levantó, dispuesta a tocar esa espalda descubierta de Junsu. Quería abrazarlo. Quería besarlo. Deseaba una sola prueba que le demostrara que no todo se había resumido a sexo, por más que su propia consciencia le indicaba que si.



Cometió un error más, cuando colocó una mano sobre el hombro de él. Por que Junsu de inmediato se sacudió, terminando de cubrirse casi por completo. Sin moverse demasiado, aún sobre la cama.



—No me toques.



Esas crudas palabras salieron con un sabor amargo a desprecio, Yoochun bajó la mano, desviando la mirada. Respirando profundo. Ahuyentando a los fantasmas de su corazón roto. Decidiendo recoger la poca dignidad que le quedaba.



—Voy a ducharme, espero que cuando salga. Ya no estés aquí.



Estaba seguro de que Junsu lo había escuchado, a pesar de que no le había respondido, ni se había movido. Yoochun se levantó. Abriendo la ducha y permitiendo que el agua cayera sobre su cuerpo.



Intentando que se llevara con ella, todo rastro que Junsu hubiera dejado en su piel. Fueron pocos minutos, los necesarios como para que a pesar de que no escuchó ruido alguno la tonta esperanza en su pecho de que Junsu no se hubiera marchado como se lo pidió creciera.



Pero en cuanto puso un pie fuera del baño y descubrió su habitación completamente vacía, suspiró. Casi como un lamento adolorido. Junsu se había ido, sin problema alguno, sin escucharlo. Sin considerar sus emociones una sola vez.













—Ahora que caigo en cuenta, tú y yo no sabemos como estar juntos fuera de nuestros encuentros ocasionales.



Heechul habló en voz baja, sintiendo la fuerza con la que Siwon lo abrazaba por la espalda, ambos sentados en el sillón de la sala de estar, con el televisor encendido en un canal cualquiera.



—Pues podemos aprender. Justo ahora estamos conviviendo.



Sonrió ante las palabras de Choi, ante lo calmadas que se escuchaban y por supuesto ante lo bien que se sentía esa voz cerca de su oído.



—Siwon… ¿aún estás con Jaejoong?

—No, ¿y tú?

—Yo ahora solo planeo estar con un tipo un poco molesto llamado Choi Siwon.



Heechul arrugó graciosamente la nariz y Siwon lo miró fingiéndose ofendido, tomándolo de la barbilla par que girara un poco y entonces sus labios estuvieran a su alcance.













Yunho no está seguro de cuanto tiempo pasó desde que llegó a su departamento.



Solo sabe que cuando abrió los ojos Jaejoong se encontraba a su lado, pacíficamente dormido. Con su rostro muy cerca del suyo. Así que sediento y en contra de su voluntad, tuvo que levantarse de la cama, un poco mareado aún e ir a la cocina por un poco de agua.



Bebió incluso dos vasos, sintiéndose un poco más relajado. Luego de incluso ir al baño un rato, miró su imagen en es espejo. No se veía precisamente bien, pero al menos no estaba tan desastroso como pensó que estaría. Lavó su rostro y palmeó un poco sus mejillas. Definitivamente beber no era lo suyo.



Lavó su boca para eliminar el sabor a licor de su boca y salió un poco más renovado. Viendo el montón de cosas que había en su habitación y que le recordaban tanto a Heechul. Fue a buscar una pequeña caja al armario y cuando regresó Jaejoong se encontraba en el baño.



Mientras el muchacho se encontraba allá. Yunho optó por guardar varias cosas que eran como su atadura a Heechul, dispuesto a empezar desde cero. Por el bien de su propio corazón y su amistad.



Dejando las fotografías, y varias cosas que sería ridículo guardar. Por que Heechul seguía siendo su mejor amigo. El de toda la vida. Jaejoong volvió a la cama, con el rostro mojado también. Aparentemente más fresco. Envolviéndose un poco bajo las sábanas y mirándolo con una sonrisa en el rostro.



—¿Qué haces?

—Almacenando mis recuerdos.



Jaejoong arrugó el entrecejo confundido. Y Yunho una vez hubiera terminado, cerró la caja y volvió a acostarse junto a Jaejoong en la cama, su rostro frente al de él. Con una expresión tranquila mientras llevaba un mechón de ese cabello tras la oreja.



—Quédate junto a mi Jaejoong, curemos nuestros amores no correspondidos, juntos.



Jaejoong cerró los ojos, tomando la mano de Yunho con fuerza y una sonrisa en los labios.



—Está bien.



Y esas pequeñas palabras compartidas sabían a promesa. Por que ambos sabían que Yunho apenas empezaba a intentar olvidarse de su amor por Heechul y en Jaejoong aún existían rastros de amor hacía Siwon.



Que sería un camino tal vez extenso. Pero al mismo tiempo estaban dispuestos a descubrirlo. Por que el dolor en sus corazones había sido predispuesto por aquellos dos que ahora recién empezaban a descubrir lo que era hablar de amor en verdad.













Mir intentó llegar temprano al departamento.



Pero entre el montón de cosas y el tráfico le resultó casi imposible. Cuando llegó el lugar era un desastre, habían varias cosas rotas en el piso, y cuando escuchó un cristal romperse, corrió de inmediato hacía el cuarto de su hermano.



Yoochun estaba ahí, con su expresión más dolida en el rostro lanzando al suelo el jarrón que había sobre la pequeña mesa en su habitación, sin reparos. Y tan descuidadamente que Mir temió por que se hiciera daño en ese arrebato de rabia.



—¡Yoochun, detente ya por favor!



Lanzó la mochila lejos, los suficiente como para que no estuviera al alcance de su hermano que pareció reaccionar en cuanto lo vio llegar.



—¿Qué sucedió? ¿Tú rompiste todo esto, Yoochun?

—Él me rompió el corazón… ¡Ahora yo quiero romperlo todo! ¡TODO LO QUE COMPRÉ! ¡Por que todo esto lo compré con el dinero, con la razón por la que Junsu ahora me odia!



Mir retrocedió un poco cuando vio a Yoochun empujar incluso el televisor de plasma hacía el suelo, rompiéndose casi totalmente. Arrugó el entrecejo preocupado, mordiéndose el labio inferior. Y luchando internamente por no llorar al ver a su hermano en ese estado. Tenía que ser fuerte, por él.



—Yoochun por favor, cálmate, ¿si? Vas a terminar haciéndote daño.

—¡No me importa! ¡Nada me va a doler más que estas palabras de Junsu que se repiten en mi cabeza a cada rato! ¡Me estoy rompiendo por dentro Mir! Y me duele… me duele mucho…



Yoochun tapó sus propios oídos, y finalmente pareció perder un poco de la fuerza y la rabia que lo rodeaban, empezó a doblegarse frente a su hermano menor quien lo abrazo con cuidado mientras caían arrodillados en el suelo.



Mir sabía que con aquello no bastaba, por que Yoochun pronto quiso volver a pararse, pero él solo lo sujetó con más fuerza.



—¡Mir déjame! ¡Quiero romperlo todo! Quiero que Junsu vea que nada de lo que compré en mi pasado me importa… que no soy una basura que se vende por dinero… quiero que él me quiera otra vez… por favor dile que no soy malo… A ti te va a creer, si, tú eres un buen chico. Él te aprecia… dile…



—Yoochun, por favor cálmate.

—¡NO! Tienes que hablar con él, tienes que decirle que yo no…



—¡Ya basta, Yoochun!— Mir agarró a Yoochun por el rostro, haciendo que lo mirara directamente a los ojos. –Él no me va a querer escuchar, al menos no por el momento. Ahora, cálmate y escúchame…



Mir notó los ojos de Yoochun algo turbados, y no fue difícil notar entonces por el piso de la habitación varias de las botellas que Yoochun guardaba desde hace tiempo, cada una más costosa que la otra. Guardadas supuestamente para un momento especial.



—Volviste a beber en exceso, Yoochun. ¡Me prometiste que nunca más lo harías!

—Lo siento… lo siento, Mir. Pero él me odia… y yo no soy tan fuerte como él, yo no puedo odiarlo, por que me pesa el corazón solo de pensar en él…



Los ojos de Yoochun se llenaron de lágrimas, Mir sintió que volvía a revivir aquella época cuando Yoochun se hundió en la bebida, cuando las cosas parecían ser más oscuras de lo que eran, cuando todo eclipsó y Yoochun le prometió nunca más beber en exceso. Por él.



Y ahora parecía haberlo olvidado.



—Llora si lo deseas, pero ya no hagas más escándalo por que podrías herirte. Ya cálmate, ¿de acuerdo? Por mi, hazlo por mi. Abrázame fuerte, por que yo nunca te voy a abandonar. Te lo prometo.



Yoochun se aferró a él en ese momento, con una fuerza que casi le cortaba la respiración a Mir, pero lo dejó estar. Por que por lo menos Yoochun ya no parecía concentrado en destruir todo a su alrededor. Y sus sollozos apenaban el alma de su hermano menor.





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La puerta sonaba horrorosamente fuerte.



Yoochun arrugó el entrecejo, molesto y con aquella resaca taladrándole la cabeza más allá de lo que podía soportar. Renegando con molestia decidió levantarse, encontrando a su vecina tras la puerta cuando la abrió.



La mujer arrugó el entrecejo, seguramente al percibir el olor a licor, que persistía en él.



—¡Eres un irresponsable! Aquí tú emborrachándote otra vez…



Yoochun estaba dispuesto a responderle a aquella mujer como era debido, por entrometida hasta que escuchó aquella frase que le heló la sangre.



—…Y tu hermano tirado en una camilla de hospital.



Ese día casi pierde el alma mientras corría, con imágenes mentales atormentándolo por completo, con un par de pastillas que su vecina le había dado para que fuera medianamente consciente.



Cuando entró en la sala del hospital, Mir estaba sobre una camisa, con una pierna enyesada producto del carro que por suerte no lo había chocado a toda velocidad por que entonces Yoochun estaría sufriendo una pena demasiado amarga. Se hubiera terminado de destruir por completo.



Caminó hasta Mir, agarrando una de sus manos con fuerza, logrando que el menor despertara.



—Mir, ¿qué hacías repartiendo volantes?

—Lo siento, solo quería ganar un poco de dinero para no ser un estorbo. No quiero que bebas, quería demostrarte que no estás tan solo con todo que puedo ser de ayuda.



Yoochun derramó un par de lágrimas esa tarde, al pie de la camilla de su hermano, besando sus manos con fuerzas. Pidiéndole perdón innumerable veces. Prometiéndole no volver a beber en exceso nunca más, recibir incluso ayuda para su problema.



Y Yoochun cumplió con aquello, reparando las heridas que su actitud había repercutido en su hermano menor. Encaminándose una vez más. Volviendo a redirigirse para sacar a su hermano adelante y que nada le faltara, dejando del lado el hecho de ser la victima.



Volviendo a ser el Yoochun, fuerte, positivo, y seguro de si mismo que siempre había sido. Borrando ese pasado donde Mir lloró por su culpa. Yoochun cumplió con su promesa, hasta esa exacta tarde cuando Kim Junsu salió de su vida.

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